viernes, 12 de junio de 2009

Trabajadores del subte vuelven a la lucha

Los trabajadores del subte realizaron, el jueves 29, una importante movilización por la reducción de la jornada laboral a 6 horas: desde las 10 de la mañana, 200 compañeros concentraron en la puerta de la Legislatura y luego en la Jefatura de Gobierno, en el marco de una gran combatividad.
Cerca del mediodía se encolumnaron hacia la Policía de Trabajo para reclamar una urgente definición sobre la demorada Resolución de Insalubridad. En esta ocasión, la Uta acompañó con unos 150 afiliados. Aquí, la delegación del sindicato con los delegados paritarios se encontró con una nueva dilación.
Este nuevo manoseo y la revelación de un informe médico del Hospital Roca (que realizó los estudios audiométricos a instancias de la Policía de Trabajo), que certifica que el 95% de los trabajadores examinados tienen lesiones auditivas (la mayoría de gravedad), aumentaron la bronca. En las asambleas por sector se están planteando nuevos barbijazos y otras medidas de lucha y el mandato al Cuerpo de Delegados para que convoque al paro cuando se cumplan los plazos con que cuenta la Policía de Trabajo para expedirse (unos diez días aproximadamente).
Con la conformación de las Comisiones de Base junto al Cuerpo de Delegados, se fortalece la organización por la conquista de las 6 horas y el conjunto de todas las reivindicaciones.


Corresponsal

jueves, 4 de junio de 2009

Nuevo Sindicato

Nuevos desafíos

El nuevo sindicato del subte paró en forma total por dos horas en todas sus líneas el día 27. La contundencia de la medida habla de la enorme autoridad del nuevo sindicato. El paro había sido aprobado en un plenario de delegados de casi 100 compañeros, que acordó discutir en asambleas de las líneas la modalidad de la medida.

Las asambleas fueron una oportunidad para un debate que excedió al propio paro. El paro fue convocado en coincidencia con el paro nacional de la CTA, que se hizo presente en el plenario con dos “invitados sorpresa”. Quedó establecida, objetivamente, la cuestión del nuevo sindicato del Subte, que aún no está reconocido, con la CTA. El afiche con el anuncio del paro del Subte había sido impreso en la CTA. El debate que recorre el Subte es cómo se impone el reconocimiento del nuevo sindicato, y en ese marco se discute si la CTA puede servir para obtener el reconocimiento. El nuevo sindicato del Subte lucha por su reconocimiento como sindicato inscripto; hay otras 1700 inscripciones, de otros gremios, que “duermen” en los despachos del Ministerio de Trabajo cajoneadas por presiones de las burocracias de esos gremios.

No hay que perder de vista, sin embargo, que la CTA es una central sindical oficialista o semi-oficialista. Su secretario general, Hugo Yasky, es un agente del gobierno; el sector de la oposición que encabeza De Gennaro apoya a la Federación Agraria y a la Mesa de Enlace.

En contraste con la CGT y la CTA, el Subte es la manifestación de un nuevo sindicalismo, de carácter independiente del Estado y de los patrones, que se rige por la democracia sindical. En la actualidad histórica del país y de la clase obrera, representa una perspectiva diferente al del sindicalismo de las burocracias sindicales y se emparenta, en cambio, con la historia del clasismo en Argentina. La burocracia de la CTA no es un escudo protector o defensivo del nuevo sindicato del Subte.

Abrir una nueva etapa

El principal punto del reconocimiento del sindicato del Subte es en el propio lugar de trabajo: el derecho a la negociación colectiva con la patronal de Metrovías. Esto requiere un plan de lucha, sobre la base de un pliego reivindicativo que exprese las aspiraciones salariales, de seguridad laboral y de promoción de la masa de los afiliados. Esta tarea no puede ser sustituida por la protección de ninguna burocracia. En todo caso, frente al interés o la solicitud de la CTA para que el nuevo sindicato integre sus filas, correspondería reclamar un debate sobre el carácter que debe tener el sindicalismo y sus responsabilidades clasistas en la nueva etapa. Esto permitiría meter en el debate la independencia de clase de los sindicatos y la democracia sindical (régimen de mandatos de asamblea y revocatoria de cargos) y desarrollar la posibilidad de un congreso de bases, para configurar un sindicalismo clasista y el más efectivo plan de lucha por el reconocimiento de los luchadores del Subte.

El sindicato del Subte tiene hoy un estatuto provisorio que deviene de una presentación emitida por una “junta promotora”, pero aún no se discutió ni se aprobó en asamblea, consulta o congreso alguno. El estatuto actual es provisorio, y aunque algunos “entusiastas” hayan salido a imprimirlo no es aun el estatuto real del nuevo sindicato. En el debate que proponemos con la CTA tenemos la posibilidad de ofrecer como agenda un estatuto y un programa de acción de los afiliados al nuevo sindicato, que sea el producto de una discusión y aprobación en asambleas. Pocos compañeros conocen, en el movimiento obrero, que la CTA tiene un carácter no obrero sino policlasista, pues alberga en su seno a sectores patronales como la Federación Agraria, o afiliaciones individuales sin connotación de clase.

No necesitamos apurarnos para sacarnos una foto con Yasky, ni con Wasiejko. La organización del Cuerpo de Delegados del Subte y el nuevo sindicato representan una ruptura con el sindicalismo de colaboración de clases, una nueva instancia en la historia del movimiento obrero. Es lo que debemos desarrollar en forma sistemática en el conjunto de la clase obrera y sus organizaciones.

Juan Ferro