domingo, 11 de diciembre de 2005

Victoria y compromiso

El lunes pasado, los trabajadores del subte pararon las cinco líneas y el premetro y, de este modo, lograron desbaratar una maniobra urdida en el Ministerio de Trabajo para dejar al Cuerpo de Delegados fuera de las negociaciones salariales. Ese mismo día se vio en la obligación de convocar de urgencia a los representantes de los trabajadores a fin de abrir la paritaria salarial.
Las asambleas de las líneas solamente aceptaron la suspensión de la medida de fuerza cuando se convocó oficialmente a la apertura de la paritaria salarial con la representación del Cuerpo de Delegados del subte.
Las discusiones en el Ministerio se prolongaron hasta la 1:30 de la madrugada.
La escala salarial, planteada como gratificación extraordinaria para los meses de diciembre/05, enero/06 y febrero/06, es la siguiente.

Categoría - Básico Conformado - Gratificación (cuota)
III - Conductor $ 1.921 ($ 500)
VIII - Guarda $ 1.321 ($ 450)
XI - Boletero $ 910 ($ 450)
XIV - Peón Limpieza $ 1.042 ($ 400)

Entraña un aumento provisorio, el cual va del 25 al 35%.
La patronal y la burocracia de UTA no querían que el conflicto del subte se saliera de madre y se uniera a la huelga aeronáutica en una rebelión de conjunto por el salario.
Esto en un contexto político más vasto armado por el gobierno con la campaña anti-inflacionaria, cuyo objetivo no es el control de precios sino parar la lucha salarial.
El acta plantea que la paritaria salarial comienza el 16 de febrero.
Los trabajadores debemos estar preparados para arrancar un 45% de aumento salarial mínimo y el 2% por cada año de antigüedad.

Charly Pérez

jueves, 27 de octubre de 2005

Subterráneos: Una lucha crucial

Los trabajadores del subterráneo de las empresas llamadas “tercerizadas” se colocaron a la cabeza de la lucha contra la flexibilización laboral, al tomar medidas de acción directa por su reclamo de ser incorporados al convenio de UTA-Metrovías. Se trata de los trabajadores de control de molinetes (Fiel), de seguridad (Seguridad Metropolitana), socorristas y otras “empresas” menores que contratan personal para ventas en los quioscos, tendido de redes de telefonía y demás. Se sabe que son todas subsidiarias del mismo Grupo Roggio que controla Metrovías, la concesionaria privada de Subterráneos. Su incorporación a dicho convenio significaría la triplicación de sus sueldos y el cumplimiento de la jornada de 6 horas. Aspiración lograda anteriormente por trabajadores de “empresas”contratistas como CAF (mantenimiento) o Taym (limpieza).
Este método de “tercerizaciones” truchas es utilizado por todas las patronales del país para mantener una división de los trabajadores que laboran en una misma actividad, al figurar en diversas firmas, con distintos gremios y convenios. Pagando la mitad de los salarios de la empresa central —Metrovías en este caso— y jornadas más prolongadas. Y estafando además al fisco, ya que en los balances se cuadruplica el costo que efectivamente pagan por estos trabajadores.
Estos “tercerizados” del subterráneo vienen peleando desde hace meses por su pleno reconocimiento, se afiliaron a la UTA, desconocen a gremios como Seguridad o Uocra, se han movilizado mediante una coordinación de las diferentes “empresas” y también solidariamente con los trabajadores de Metrovías en sus conflictos.
Cuando el jueves pasado, luego de una jornada de paro y batucadas, cansados de ser ignorados, resolvieron cortar las vías en Miserere, la patronal y el gobierno creyeron llegada la oportunidad de liquidarlos. Calcularon que los trabajadores de Metrovías no los acompañarían y que podrían, de paso, a tres días de las elecciones, ganar los medios con la imagen de un gobierno “de orden”.
Calcularon mal. La represión fue brutal. La guardia de infantería de la Federal bajó al túnel, apaleó y gaseó a los huelguistas. Pero encontraron una resistencia tenaz. A pedradas, con barricadas y extinguidores de incendio, los trabajadores hicieron retroceder a los milicos. Pocos minutos después, las cinco líneas de subtes y los talleres se paralizaron. El Cuerpo de Delegados de Metrovías había resuelto el paro total en repudio a la represión y en solidaridad con los compañeros de las “tercerizadas”. Los trabajadores, ahora mezclados, de las “tercerizadas” y de Metrovías, ocuparon los andenes de Miserere, bajo el sitio de centenares de policías que se desplegaron en el primer nivel del subterráneo y en los alrededores de Plaza Once. Los conductores, guardas y boleteros permanecieron en paro en las cabeceras de líneas. Delegaciones de otros gremios, del movimiento estudiantil y partidos de izquierda se concentraron en Once y cortaron la avenida Rivadavia.
A esa altura, en el Ministerio de Trabajo se habían iniciado tratativas entre miembros del Cuerpo de Delegados de Metrovías, representantes de dicha empresa y la UTA. El reclamo: reincorporar a cinco trabajadores despedidos de una de las tercerizadas e integrar a todos al convenio UTA-Metrovías. Un reconocimiento, en los hechos, de la unidad de todos los trabajadores del subte frente a una sola patronal.
La trascendencia nacional de la represión en Miserere, el paro total del subterráneo y el extremo nerviosismo del gobierno ante el paso en falso cometido, creaban las condiciones para exigir una solución integral a los reclamos, bajo la amenaza de la continuidad del paro e inclusive de una huelga general de la UTA solidaria con los trabajadores reprimidos. Pero la burocracia sindical, como en la fábula del escorpión, actúa conforme a su naturaleza antiobrera. Sobre la base de la reincorporación de dos compañeros despedidos de Metrotel y el compromiso patronal de iniciar negociaciones sobre el encuadramiento convencional de las tercerizadas, la UTA extorsionó a los trabajadores. O se levantaba el paro o se retiraba de las negociaciones.
Llevada la posición a la asamblea de los huelguistas en Miserere, una primera votación de las “tercerizadas” rechazó la propuesta unánimemente y se pronunció por seguir el paro. Pero inmediatamente después, otra asamblea, esta vez común de “tercerizadas” y Metrovías, resolvió suspender el paro y que se inicien las tratativas, considerando que era un paso adelante haber quebrado la intransigencia patronal y con el compromiso de que si no se producían resultados positivos, se retomarían medidas de lucha.
Las tratativas, efectivamente, comenzaron el viernes, se reincorporó a dos despedidos y se considerarán los otros casos, que datan de meses atrás. Se fijaron plazos de una semana para una respuesta patronal sobre el encuadramiento de las “tercerizadas”
El punto clave de esta gran lucha contra uno de los aspectos más antiobreros de la flexibilidad patronal, es mantener la unidad lograda entre todos los trabajadores del subterráneo. En este sentido es fundamental que el Cuerpo de Delegados de Metrovías adhiera a la propuesta votada en el Taller Rancagua: ante cualquier represalia o represión a los compañeros de las tercerizadas, los trabajadores de Metrovías deben parar los subterráneos inmediatamente.

viernes, 16 de septiembre de 2005

Impactante estreno de “Así es el Subte”

Con un debate esclarecedor

E
l estreno de la película del Ojo Obrero “Así es el Subte…” fue un acontecimiento en el ámbito de la vanguardia obrera de la Ciudad. Afiches y volantes, pegados en andenes, boleterías y carteleras, popularizaron la actividad entre los trabajadores de Metrovías. Sesenta de ellos y gran parte del Cuerpo de Delegados se dieron cita en el Cine Tita Merello, junto a una concurrencia de 300 trabajadores, que incluyó a delegados y activistas telefónicos, ferroviarios, gráficos, periodistas, de comercio, estatales, de la sanidad, docentes universitarios y activistas piqueteros.
La película, de 30 minutos de duración, es un muy buen documental, no sólo desde el punto de vista cinematográfico, sino también por su contenido sindical y político. Abarca un período largo de luchas de los trabajadores de los subterráneos de Buenos Aires, con centro en la recuperación de la jornada laboral de 6 horas y en la última huelga de febrero-marzo de 2005 por el aumento salarial y la efectivización de los trabajadores tercerizados de la limpieza.
Por su impacto y su contenido clasista se destacan las escenas que muestran la presión de la movilización obrera sobre el parlamento de la Ciudad, por la aprobación de la ley de la jornada de 6 horas por trabajo insalubre. O aquellas donde elementos de la patronal, tratan, infructuosamente, de mover los trenes en la última gran huelga. Se destaca, especialmente, la filmación en directo de la asamblea, donde los trabajadores increpan a los burócratas de la UTA por firmar un acuerdo a espaldas de las asambleas obreras e intentar levantar el paro por televisión.
El impacto de la película, que emocionó a los compañeros de Metrovías, se revela en los pedidos que se han producido de que se proyecte para los compañeros que no la vieron.

Al finalizar la proyección, se abrió un debate, sobre la base de una mesa compuesta por los delegados Beto Pianelli, Andrés Fonte y Charly Pérez, y el ex legislador de la Ciudad que presentara el proyecto de ley mencionado, Jorge Altamira.

Los delegados desarrollaron el ángulo de las conquistas obtenidas, no sólo como reivindicaciones, sino como golpes al sistema patronal de explotación en el país, que cuenta con la complicidad de las burocracias sindicales. A la flexibilidad laboral, a la política de despidos sistemáticos, al dominio despótico de los aparatos sindicales sobre los trabajadores. Fonte relató los comienzos de la organización del activismo, en el período de derrota, que luego dio lugar a la expulsión, prácticamente, de la burocracia de UTA del cuerpo de delgados. Charly Pérez aportó cómo en las primeras etapas de todo este proceso, agrupaciones como El Túnel y Trabajadores de Metrovías confluían en la lucha contra los despidos, al tiempo que debatían posiciones y distribuían materiales, que politizaban y ayudaban a madurar a un gran activismo antiburocrático.

Beto Pianelli reivindicó como un factor de la lucha del subte la experiencia política “acumulada” en un grupo de activistas, que vienen de experiencias militantes partidarias de izquierda. Pero subrayó que la dinámica fundamental de las luchas del “nuevo” movimiento obrero combativo, está dada por la solidaridad de clase y la lealtad incondicional con el compañero de pelea.

Altamira, por su lado, introdujo otro ángulo. Luchas como las de Metrovías, telefónicos y más inmediatamente, la resistencia de Zanón o la lucha de los jóvenes obreros de los supermercados, dijo, plantean desde el inicio un enfrentamiento político estratégico con el Estado. La burguesía está jugada a fondo por reconstruir su dominio a diciembre de 2001, el del Estado, el de la dictadura patronal de la vida en la empresa —que perdió, por ejemplo, en los subterráneos y en los edificios telefónicos—, el de la propiedad de las empresas ocupadas por los trabajadores. Todo un espectro de sindicatos, internas, piqueteros, en sentido opuesto, combaten a pie firme por mantener las conquistas del “Argentinazo”. En este enfrentamiento que es “de poder”, en tanto posiciones de clase irreconciliables, el régimen kirchnerista ha obtenido algunos triunfos, como es la firma de decenas de convenios flexibilizados, la captura por personeros del oficialismo de gran parte de las fábricas de “gestión obrera”, la cooptación política de una parte del movimiento piquetero, de las centrales sindicales y los organismos de derechos humanos.
Este cuadro plantea, propuso Altamira, la apertura de un debate entre los obreros y sindicatos en lucha, en el movimiento piquetero, en la izquierda, de carácter estratégico. Con qué estrategia, con qué programa y con qué organización enfrentamos al Estado y al régimen K. Incluyendo una coordinación de todos estos sectores, para continuar la lucha en común y debatir las bases de construcción de lo que no es otra cosa que un gran partido de la clase obrera.

jueves, 7 de abril de 2005

2 de abril - EL ENCUENTRO INTERSINDICAL

El Encuentro Intersindical del sábado pasado reunió a una gran cantidad de delegaciones del movimiento obrero y, en especial, a los protagonistas de los grandes conflictos recientes. Se destacó la presencia del Cuerpo de Delegados de Metrovías, los Suteba de La Plata, General Sarmiento y Bahía Blanca, AGD-UBA (sindicato de docentes universitarios de Buenos Aires), el Sindicato de ceramistas de Neuquén, el Cuerpo de Delegados de Transporte del Oeste, los delegados de Parmalat Carapachay, los de Ioma, las comisiones internas del Garrahan y decenas de delegados de ATE, de internas enteras de las gráficas Morbillo, Interpack junto a los congresales naranjas, de Perfil e Infosic de prensa, de Pepsico, del Cuerpo de Delegados ferroviario de Haedo, del Astillero Río Santiago, de Coto, el secretario de Prensa y el Tesorero de Foetra Buenos Aires, junto a delegados telefónicos y dirigentes de la nueva conducción del Sindicato de la DGI, entre otros muchos. También una delegación de Lafsa, junto a compañeros de Aerolíneas y de Aerohandling. Participaron Amsafe Rosario y el Sindicato de Comercio rosarino. También delegados de la carne, gráficos, de prensa, metalúrgicos, camioneros, sanidad, Sutecba y municipales. Entre la concurrencia, además de Zanón, participaron otras fábricas recuperadas como el Bauen, Brukman y Sasetru. La delegación de los docentes salteños no pudo concurrir debido a la represión y a su compromiso político con la organización de la reconquista de la plaza, la gran movilización popular de ese mismo sábado y el paro del lunes 4.

Balance

El desarrollo del Encuentro, sin embargo, puso al desnudo una impasse esperado. No se pudo aprobar siquiera una carilla que dijera qué escenario político enfrentamos y cuáles son los objetivos y las tareas planteadas.

El Encuentro había estado al borde de naufragar (tardó cuatro horas en empezar). La crisis fue precipitada por quienes abogaron para que tuviera un carácter “restringido” (eligieron un espacio para 500 personas), mientras alentaban una concurrencia indiscriminada. Se impuso un cupo a las fuerzas más gravitantes (el Polo Obrero y el Partido Obrero de todo el país fueron reducidos a 75 delegados) y se obligó a recortar sensiblemente las representaciones de delegados sindicales electos por los trabajadores. Incluso este acuerdo de emparche fue luego desconocido por quienes se identifican como independientes, pero que actúan como “una izquierda de la CTA”, o están directamente enrolados en el campo transversal del kirchnerismo. De ahí que rechacen delimitarse del gobierno Kirchner (patronal, proimperialista, socio de las mafias del PJ y de la burocracia sindical en su conjunto). Es un sector que viene entrecruzado por los grupos menores de la diáspora del morenismo, incluido el PTS.

Intentaron poner en contra de los que cumplimos los acuerdos de representación a un grupo de gente que reclamaba su derecho a ingresar, en algunos casos representaciones obreras genuinas y en otros muchos no. El ala que armó la manipulación terminó siendo víctima de su propia maniobra, teniendo que enfrentar la ira de los defraudados por la exclusión. El PO admitió, de común acuerdo con las demás fuerzas, el ingreso de todos, dejando sentadas la denuncia de la manipulación y la desnaturalización que esto introducía en el desarrollo del Encuentro.

El bochorno organizativo no es más que una traducción del empantanamiento político. La principal controversia giró en torno a las bases capaces de fundar un reagrupamiento en las filas del movimiento obrero.

Ni el gobierno ni la CTA son del palo

Por un lado, estuvieron quienes buscaron limitar el debate a la "coordinación de las luchas". Por el otro, los que batallamos por la necesidad de una definición política para sustentar esa coordinación, en particular separando campos con la burocracia sindical y uniendo fuerzas con el movimiento piquetero. Para coordinar las luchas hay que estar contra el gobierno y la burocracia (caso Metrovías, ahora docentes de Salta).

Tanto la CGT como la CTA están cooptadas al kirchnerismo y, como consecuencia de ello, sabotean las luchas obreras. La ruptura con el gobierno y la independencia política de clase y del “nacionalismo popular” de contenido capitalista son la condición para cualquier reagrupamiento sindical de alternativa a la burocracia.

Para coordinar con la CCC, por ejemplo, en Suteba, es necesario que rompa con la burocracia que entregó a los docentes bonaerenses a Solá. Un grupo de “independientes” pretendió expulsar del Encuentro a la CCC por este motivo, después de haber aplaudido su ingreso a la mesa organizadora y de haber invitado a Marín, de la CTA telefónica, al Encuentro, esto a pesar de que la convocatoria se delimitó de la CTA.

Esta contradicción es sólo aparente porque este sector, ante el hecho de que los “partidos” no retiraban sus delegados sindicales, trataba de romper el Encuentro. El punto culminante fue que el Cuerpo de Delegados de Metrovías quedó virtualmente impedido de participar, enfrascado en una deliberación interna de los 15 delegados presentes ante una propuesta de Pianelli y Arturo de retirar al cuerpo entero de la reunión, votación que perdieron luego de un debate de tres horas, mientras deliberaban las comisiones. De este sector se retiraron los independientes de Amsafe Rosario y el Sindicato de Comercio rosarino. El propio Pianelli no oculta sus preferencias por el oficialismo, como se ve en el hecho de que caracterizó el llamamiento que convocó al Encuentro de "cerrado". La disidencia emergió de la peor forma.

El Encuentro quedó atrapado en sus contradicciones. Se aprobaron apoyos a luchas en curso, docentes salteños y Lafsa, el apoyo a la jornada obrera y piquetera del 19 de abril y la convocatoria a un nuevo encuentro para el mes de julio. Los apoyos y el 1º de Mayo hubieran ocurrido de idéntica manera sin el encuentro; queda en limpio otro encuentro cuya modalidad deberá discutirse entre todas las organizaciones convocantes.

Pablo Heller - Néstor Pitrola

jueves, 17 de febrero de 2005

Qué representa la victoria de Metrovías

CRISIS DEL CAPITAL Y LA RECOMPOSICION DE LA CLASE OBRERA

Los trabajadores de Metrovías acaban de obtener un aumento, promedio, superior al 35%, que llega al 44%, también en promedio, cuando se incorpora el aumento de la remuneración por antigüedad. Con estas conquistas, ningún compañero ganará en Metrovías menos de mil pesos. El salario mínimo oficial es, sin embargo, de 450 pesos.

¿Representa el avance de la clase obrera en el subte una plataforma de los objetivos que se debería dar el conjunto del movimiento obrero?

Se trata de un interrogante fundamental que no puede recibir, sin embargo, sino una respuesta compleja.

La maduración no se puede esquivar

Es que en Metrovías ha culminado una lucha de varios años. Comenzó con la tenaz oposición al despido individual de compañeros –algo que aún hoy es corriente en las empresas y constituye, en cierto modo, el núcleo duro de la flexibilidad laboral. En el subte se pararon las líneas más de una vez contra los despidos arbitrarios. Otra lucha fundamental fue contra la eliminación de los guardas en la Línea B. En esto, como en impedir los despidos, se manifestó, en forma consciente o inconsciente, una lucha que es la más decisiva de todas: el control del lugar y de las condiciones de trabajo. Como consecuencia de este proceso de alcance estratégico vino luego la madre de todas las batallas: la lucha por la reducción de la jornada laboral, que comenzó como una lucha con características fuertemente políticas (de presión sistemática a la Legislatura). Las victorias y los retrocesos en esta lucha tuvieron su remate en la huelga de 2003 –cuando la reducción de la jornada fue impuesta en caliente. En el curso de todas estas luchas la burocracia sindical dio sistemáticamente la espalda a los trabajadores, obligando a los activistas a poner en pie una dirección propia.

Aunque no alcanzó la profundidad de Metrovías, se puede describir un proceso similar para Foetra Buenos Aires –también en torno a impedir despidos. La ocupación de oficinas y edificios, y las marchas y los escraches se han realizado desde hace bastante tiempo; por eso el resultado de la victoria de la reciente huelga telefónica bonaerenese.

Lo que Foetra y Metrovías tienen en común es que los trabajadores han arrebatado el control de los lugares de trabajo que las patronales habían conquistado bajo la dictadura, que perdieron apenas un poco bajo Alfonsín y que recuperaron brutalmente bajo el menemismo.

(Cuando se hace un balance del Argentinazo es fundamental poner sobre la balanza que la rebelión popular se combinó con una falta total de autonomía de la clase obrera en los lugares de trabajo. Lo que vivimos en la actualidad es una consecuencia indirecta de la rebelión popular, que ingresa a las plantas y oficinas a través de la crisis del Estado, de los gobiernos y de las relaciones sociales que dominaron antes de la bancarrota capitalista.)

Los ejemplos del subte y de los teléfonos son importantes en otro aspecto, porque ilustran la importancia que puede llegar a tener en la lucha obrera la circunstancia que está viviendo una rama de producción determinada. Por un lado, es cierto que el transporte subterráneo y la telefonía móvil se encuentran en expansión, lo que fortalece la posición de los obreros en el mercado de compra y venta de la fuerza de trabajo. Pero incluso más importante es la posición precaria en que han quedado esas privatizadas luego del derrumbe de sus contratos o concesiones como consecuencia de la bancarrota capitalista del 2001. La recomposición de las condiciones de rentabilidad que tenían en el pasado como consecuencia de esos acuerdos usurarios, plantea un fuerte choque social (tarifas) y fuerza al Estado a intervenir como árbitro (lo cual significa, a su vez, el desfalco del Tesoro público debido a los subsidios con que se apuntala ese arbitraje). Las huelgas generales en Foetra y en Metrovías son un ejemplo vivo de cómo se puede aprovechar la crisis de las viejas relaciones económicas capitalistas para hacer avanzar el interés y la causa de los trabajadores.

Otros sectores del movimiento obrero han pasado por procesos similares a los mencionados, pero son una minoría y no han alcanzado esa profundidad. Por ejemplo, los ferroviarios de algunos ramales y varias líneas de colectivos, en este caso con grandes luchas y también derrotas muy fuertes. En Rosario y en San Lorenzo (Santa Fe) está teniendo lugar una recomposición de fuerzas, lenta pero firme, en la industria y los servicios. La lucha de Parmalat, que tiene lugar en estos momentos, tiene mucho que ver con otras luchas previas en esta misma empresa y con otras relativamente recientes de la industria láctea (en todos estos casos se manifiesta lo ya dicho de la expansión de una rama de industria y la crisis de contratos). En las grandes empresas de la alimentación existe una situación inestable en los lugares de trabajo (despidos individuales y empresas tercerizadas en las plantas que conviven con una representación sindical de base). Los docentes, en especial, han vivido un proceso de mucha maduración en todo el país y este hecho se nota en sus nuevas direcciones y en los grandes combates que empeñan. Los docentes son los testigos concluyentes del completo fracaso de la CTA como dirección sindical –lo cual le niega cualquier futuro en mayor medida que la negativa del Estado a reconocerla en paridad legal con la CGT.

(Todos los sectores de la clase obrera que han vivido un proceso de maduración a través de un período de luchas, han estado ligados al movimiento piquetero, el cual ha influido enormemente en esa maduración. Lo prueba, simplemente, la declaración política leída en Plaza de Mayo el último 20 de diciembre y la lista de quienes la firman.)

Campaña salarial y control de los lugares de trabajo

No es posible, entonces, afirmar que la victoria de Metrovías ha creado por sí sola las condiciones para que el resto de la clase obrera pueda conseguir salarios mínimos de mil pesos o aumentos del 40-50%. Pretender tal cosa sería como lanzar un ultimátum al conjunto de los trabajadores. El resto del movimiento obrero debe pasar por el mismo proceso de maduración de Metrovías, nada le va a caer de regalo sin que participe activamente en arrancarlo; claro que no es necesario que le lleve la misma cantidad de tiempo. En este sentido, la reivindicación de 1.000 pesos de mínimo, por ocho horas de trabajo, y aumentos de convenio del cincuenta por ciento, son una buena línea como orientación. Las conquistas en Metrovías le han abierto una crisis a la burocracia de cara a sus propias bases. Bastaría una fuerte agitación con el planteo de: ¿por qué el subte sí y nosotros no? para poner esta crisis más cerca de la superficie. La burocracia ya se encuentra ‘operando’ para desarmar la bomba de tiempo que tiene bajo sus mullidos sillones.

En el marco de una gran campaña para reclamar los 1.000 de mínimo y aumentos del 50% es necesario, además, desarrollar en el conjunto de la clase obrera la maduración que vivió Metrovías, ahora con tiempos y ritmos diferentes. Todo se resume en lo siguiente: ¿cómo recuperar los sindicatos y los lugares y condiciones de trabajo? Para eso es importante pelearle a la burocracia su monopolio de las negociaciones colectivas y reclamar que los paritarios y representantes sean elegidos por los trabajadores. Con todo, esta reivindicación, a pesar de toda su fuerza, debe lidiar con la enorme atomización o desarticulación que existe en los lugares de trabajo (incluida una desindicalización enorme). Esta atomización le facilita a la burocracia la maniobra de presentarse como la representante ‘natural’ de los trabajadores. Tomados todos estos factores en consideración es incontestable que hay una situación favorable para pelear el control de los lugares y las condiciones de trabajo, articulando el reclamo del aumento y el mínimo salariales, de un lado, y la exigencia de que los trabajadores decidan las negociaciones colectivas, del otro, con la lucha contra las represalias patronales, las arbitrariedades, los despidos hormiga y las suspensiones, y en base a esta acción organizar grupos de activistas, tendencias, agrupaciones y movimientos de base. Hay que re-compactar todavía a la clase obrera como clase, por medio de la agitación y de la lucha.

La lucha de Metrovías desplegó un fuerte contenido a medida que se iba desarrollando el ataque político de la patronal y del Estado a través de los medios de comunicación. Los delegados aprovecharon la ofensiva del adversario para impulsar una agitación potencialmente revolucionaria, cuando empezaron a exigir la apertura de los libros de Metrovías, que se hiciera público el salario de los ejecutivos y, finalmente, la disposición de los obreros a asumir la gestión del subterráneo, ante las dificultades que esgrimía la patronal para manejarlo.

(No hace falta decir el papel que ha jugado en todo este planteamiento la experiencia de las fábricas ocupadas.)

Naturalmente, desde los despachos nacionales y populares se procura convertir esta tendencia de la clase obrera a su propio gobierno en una propuesta de cooptación y de cogestión en defensa de “los intereses nacionales”. Por esta vía, el propósito es integrar a los nuevos luchadores a la burocracia sindical (como ha venido ocurriendo con los ‘piqueteros’ oficiales o con las fábricas recuperadas que han sido convertidas en empresas tercerizadas de capitalistas proveedores o usuarios). Esto demuestra apenas que en todo avance están implícitas nuevas luchas y nuevas batallas. Con la diferencia de que se plantean en un peldaño más alto y que tienen mayor voltaje histórico.

“Me cobré una cuenta pendiente”

MARIANO, BOLETERO DE LA LINEA D

-¿Qué balance hacés del conflicto?

-Para mí esta lucha es especial, ya que por enfermedad no había podido estar en el conflicto anterior. Era una cuenta pendiente. La verdad, la lucha fue muy positiva. Demostramos de qué forma se obtienen las victorias. Inclusive, en particular, me sorprendió su rápido desenlace, porque pensábamos que iba a ser un conflicto más largo.

-¿Influyó la situación política de la Ciudad?

-El gobierno de Ibarra casi ni apareció. El de Kirchner sí, e intervino para desactivar el conflicto, porque sino se le venían un montón de luchas salariales encima.

-¿Qué papel jugó la UTA?

-No hicieron nada diferente a lo que nos tienen acostumbrados. Hicieron lo mismo de siempre, se quisieron robar nuestra bandera, pero esta vez les salió todo mal.

“Obreras y obreros condenados a la sordera”

TESTIMONIO DE LA COMPAÑERA G., GUARDA DE LA LINEA A

“Esta semana fui a hacerme una audiometría por intermedio de mi obra social con el fin de poder tomar los recaudos necesarios para evitar la pérdida completa de la audición. La respuesta que me dieron los médicos fue que sólo podían hacerme unos tapones a medida para los oídos, pero éstos sólo me pueden resguardar el 20% de la audición, dado que además del ruido lo que más afecta son las vibraciones del tren, con lo cual si sigo trabajando acá hasta jubilarme estoy condenada a quedarme sorda. Esto hace primordial la lucha por reducir la edad necesaria para jubilarnos para no quedarnos completamente sordos.”

Triunfó la lucha de Metrovías

DECISIVA, LA HUELGA INDEFINIDA

La huelga de los trabajadores de Metrovías, que conmocionó a la ciudad, culminó en un resonante triunfo. No sólo por el monto del aumento salarial (ver recuadro), sino también por la repercusión política para el conjunto del movimiento obrero.

Métodos

Prevalecieron los métodos clasistas. Las asambleas de base de cada una de las cinco líneas votaban todos los pasos a seguir en el conflicto. Votaron el paro por tiempo indeterminado. El paro fue activo: se formaron piquetes en las cabeceras, no se permitió poner en marcha los trenes con supervisores. El movimiento piquetero contagió con su metodología las luchas de los trabajadores ocupados.

Fracasó la política de desgaste del gobierno

El gobierno se jugó a una política de desgaste. ‘Operó’ en cada fase para introducir una cuña y dividir al Cuerpo de Delegados. Así logró que la lucha iniciada en diciembre (en las fiestas) se discontinuara, pasando las negociaciones a un cuarto intermedio de más de un mes, para el 18 de enero (en las vacaciones). En enero se jugó a alargar las negociaciones hasta marzo. Pero desde abajo vino el reclamo de no aceptar más dilaciones. La patronal había tenido más de un mes para ‘pensar’.

Los obreros votaron en el inicio que no acatarían más ‘conciliaciones obligatorias’. Cuando el escalonamiento de los paros parciales llegó al paro total y se iniciaba el paro por tiempo indeterminado, las asambleas de base y el Cuerpo de Delegados rechazaron una propuesta de levantar las medidas por 24 horas para abrir un camino de negociación o con el pretexto de ‘aflojar’ la tensión con la ‘opinión pública’.

Palacios y la burocracia moyanista

La burocracia de la UTA no inició la huelga ni movió un dedo en su apoyo. Usó la personería gremial para participar en todas las reuniones ministeriales, a la espera de poder meter la cuchara. Moyano pidió que los obreros no se extralimitaran en sus reclamos.

Ante la profundización de la lucha obrera (huelga general por tiempo indeterminado), el gobierno y las patronales tuvieron que ceder. Las simpatías con la huelga iban creciendo entre la población trabajadora. Se multiplicaban las adhesiones de solidaridad y se desarrolló un clima de agitación salarial en el movimiento obrero.

Se planificó un operativo político de alto nivel para levantar la huelga. La burocracia dio por levantado el paro, la noche del miércoles, por TV. Las asambleas de base, en cambio, habían reclamado que la UTA lanzara un paro solidario. Palacios cerró el conflicto porque temía que efectivamente los choferes de la UTA se contagiaran.

La firma de Palacios, a espaldas del Cuerpo de Delegados, fue repudiada enérgicamente por las Asambleas de Base de todas las líneas y talleres. Los obreros decidieron mantener la huelga general hasta que sus delegados fueran oficialmente notificados de las ofertas patronales, y bajaran con las actas a las cabeceras.

Cuando se impuso la reducción de la jornada laboral a 6 horas, la burocracia firmó, a espaldas de los trabajadores y sus delegados, la obligación de hacer una hora extra pagada al 50%. El rechazo de las asambleas y la continuación de la lucha enterró esta maniobra.

Lo mismo sucedió cuando la burocracia de Palacios firmó la aceptación de las máquinas expendedoras de pasajes, que reemplazarían a los boleteros. Las asambleas y la huelga obligaron a romper esas actas.

Con esa experiencia a cuestas, las asambleas obreras recibieron a los representantes burocráticos a los gritos y votaron mantener el paro.

En la primera ‘acta’ (hoja) que la burocracia acercó en la madrugada del jueves, no figuraba el pago de los jornales caídos en la huelga, ni el retroactivo al 1º de enero. Las asambleas reclamaron a viva voz que figuraran estas conquistas. En el acta final que aprobaron las asambleas el jueves por la tarde, estos reclamaron habían sido incorporados.

La patronal había planteado una cláusula de ‘paz social’ por dos años. También la introducción de 76 máquinas expendedoras. Ambos planteos fueron totalmente rechazados. En lugar de ‘paz social’, el acta habilita a reabrir el reclamo salarial en caso de un aumento del costo de vida.

“Para Palacios que lo mira por TV”, era el canto desafiante de los trabajadores en las asambleas que decidieron levantar la huelga, casi 24 horas después. Palacios fracasó en su objetivo de neutralizar al Cuerpo de Delegados.

“Ahora, la lucha por la insalubridad”

ENTREVISTA A T., MAQUINISTA DE LA LINEA A

¿Cómo se desarrolló el conflicto?

–El conflicto, al principio se hizo de a poco, para ver cómo estaba todo, cómo estábamos los trabajadores. Después, entre todos, decidimos hacerlo más largo. La gente estaba muy entusiasmada, nunca nos sentimos tan juntos como compañeros. El logro fue una unión entre todos: los trabajadores de la empresa, trabajadores de otras empresas, compañeros de distintas organizaciones, y la verdad es que no me esperaba el gran triunfo que logramos.

¿Qué significa para los demás trabajadores del país?

–Esto es una puerta que se les abre a todos, para poder luchar como lo hicimos nosotros. Lo que realmente se gana es una miseria, porque las cosas han aumentado diez veces y el sueldo está cada vez más bajo, no alcanza para nada.

¿Es decir que notás alguna repercusión a pocos días del triunfo?

–Espectacular, en el sentido de que ya empezaron otras luchas, como en el ferrocarril ex Sarmiento.

¿Qué opinas del rol de la UTA?

–Bueno, como siempre, no aparecen nunca, y a lo último quieren figurar como que ellos son los que arreglan todo. Demostramos que los que luchamos fuimos nosotros y los que se tuvieron que bajar los pantalones fueron ellos.

¿Cuáles son las próximas metas?

–La próxima meta es la insalubridad, como todos saben, por la que venimos peleando hace mucho tiempo; ya logramos las 6 horas, ahora vamos por la insalubridad, y con justicia; antes teníamos insalubridad, vino esta empresa y nos la sacó, nos sacaron todo. Y la necesitamos, primero, porque uno estando acá abajo se desgasta mucho más que una persona que trabaja al aire libre, y con el tema de la jubilación, uno se jubila diez años antes y tiene diez años más de vida.

Lo conquistado

Los trabajadores de Metrovías obtuvieron un aumento en el salario básico conformado del 19%. Hay que considerar, sin embargo, que se suman a este básico los 100 pesos que otorgó el gobierno a todos los trabajadores de las empresas privadas, con vigencia desde el 1º de enero, cuando el reclamo de aumento salarial de los compañeros de Metrovías ya había sido elevado a la patronal. Dependiendo del nivel del salario básico de cada categoría, el incremento real del básico oscila entre el 25% para las mejor remuneradas y un 35% para las inferiores.

Lo que modifica marcadamente esos porcentajes, en beneficio de los trabajadores, es que el monto por antigüedad pasa, de un modo general, de 2,50 a 19,20 pesos por año. Como se estima el promedio de la antigüedad en diez años, el incremento por este concepto sería de 170 pesos. En síntesis, para un trabajador de talleres con 10 años de antigüedad, el salario pasaría de 1.150 a 1.652 pesos, lo cual representa un 44% (de acuerdo a otra estimación, según lo cual, la antigüedad promedio sería de 4 años, el aumento es del 35%). Pero incluso después de esta conquista, el trabajador de Metrovías (en promedio) no consigue llegar, con su básico más la antigüedad, al costo de la canasta familiar, que es de 1.750 pesos.

Para los detractores y enemigos del movimiento obrero se puede decir algo más: ese salario promedio representa 500 dólares, o sea que está por debajo de los salarios anteriores a la devaluación. Lo mismo ocurre si lo comparamos en términos de poder adquisitivo, porque representa unos 700 pesos del 2001. Hay que tener en cuenta, sin embargo, que los salarios de los trabajadores de Metrovías fueron congelados durante todo el período de la convertibilidad, lo que significó una caída del poder adquisitivo del 30-40%. Si consideramos, a su vez, que los trabajadores nunca recuperaron el nivel de salarios anterior a la hiperinflación de Alfonsín (1989) y de Menem (1991), la victoria obrera en Metrovías implica, en términos históricos, el comienzo de una reconquista del valor de la fuerza de trabajo.