jueves, 17 de noviembre de 2011

Tomala vos, dámela a mí

Que participen los trabajadores a través de la AGTSyP

A partir del anuncio Boudou-De Vido del traspaso del subte como parte del paquete de recorte de subsidios, kirchnerianos y macristas se encerraron bajo siete llaves a negociar en absoluto secreto las condiciones de la operación. De repente, el Secretario de Transporte, Schiavi, rompió el silencio para hacer público que el gobierno ofrece mantener el 50% de los subsidios, siempre que otro tanto lo aporte el gobierno de la Ciudad -y aclarando que si aumenta el boleto, bajaría el aporte nacional en la misma proporción. Agregó que la Nación cedería lo invertido desde 2003 y mantendría el financiamiento de la extensión de la red en la E y la A. La movida K tendría dos consecuencias principales. Una, todo aumento del pasaje beneficiaría simétricamente a ambas partes, que reducirían sus aportes. Dos, bajo la forma de un aumento o bajo la de los subsidios, el costo lo paga el pueblo, bien como pasajeros o como contribuyentes al erario público. El macrismo ha propuesto que los subsidios nacionales se extiendan 48 meses, es decir hasta las próximas elecciones. El noviazgo macrismo-kirchnerismo ha tenido su primera desaveniencia al calor de la crisis capitalista: coinciden en el tarifazo, pero no en quién paga los costos políticos y los económicos del estallido del sistema de subsidios.

Lo que queda intacto, en todas las variantes, es el beneficio de la gerenciadora privada -Benito Roggio-, un parásito que brinda un servicio que una trasportadora de ganado rechazaría. En los trascendidos figura la revisión de las condiciones del contrato -nunca su anulación. Nacionales y populares K y liberales PRO, firmes junto a la privatizada.

El hecho de que los trabajadores, los que usan el subte y los que lo hacen funcionar, estén fuera de estas negociaciones, es gravísimo. Para los primeros por la incidencia del valor del transporte en la canasta familiar y en la seguridad del servicio. Para los segundos, porque del cierre de estas cuentas dependerán las correcciones salariales, la cantidad de personal a ingresar, los ascensos y las condiciones de trabajo. Por ejemplo, si de subsidio se tratara, no sería igual si se contempla o no la corrección salarial proyectada para 2012. O si se mantienen o no las obras de extensión de la red.

Pero a los trabajadores y a la población en general no les consta si debe aumentarse o no el pasaje, porque tampoco saben cuáles son los costos reales, adónde van los subsidios o cuál es el beneficio que se lleva Benito Roggio -tanto por recaudación como por otros rubros anexos como publicidad, locales comerciales y tantos más. Tampoco se conocen las razones de la permanencia de la Ley de emergencia ferroviaria de Duhalde -que instituyó los subsidios-, antes de cuya vigencia y según los contratos iniciales, Metrovías debía rendir un canon al Estado por el gerenciamiento del subte y colocar la mitad de las inversiones.

Para los obreros del subte y su sindicato, además, al cambiar la jurisdicción de Nación a Ciudad y, eventualmente, el régimen de subsidios, cambian las relaciones laborales y los ámbitos de discusión gremial. Ahora será Macri el encargado de bloquear los aumentos salariales, en nombre de evitar el aumento del precio del pasaje y enfrentando trabajadores contra usuarios. En una palabra: tomala vos, dámela a mí, entre Nación, Ciudad y Roggio, mientras los realmente afectados la miran pasar.

De todo esto se desprende que el principal reclamo obrero debe ser que la AGTSyP participe en las negociaciones y que los trabajadores deben tener acceso a las cuentas, balances y proyectos, a través de una comisión independiente electa. De lo contrario, quedarían como rehenes de una negociación entre piratas, donde se juegan exclusivamente los intereses de gerenciadores, contratistas y gobiernos. Y donde la UTA va a mojar el pancito, claro, a través de sus múltiples vínculos con funcionarios y patronales. Más que nunca se pone a prueba la legitimidad y la independencia de la AGTSyP.

La sensación ambiente de un aumento de tarifas en marcha y la inquietud de los trabajadores sobre las consecuencias de estos cambios, crean las condiciones políticas para una gran campaña del sindicato y los delegados del subte. Asambleas de líneas, debates abiertos, plenarios de delegados, agitación pública, para preparar una gran movilización política y social de los trabajadores del subte, de cara a todo el movimiento obrero y a la población -afectados, más temprano que tarde, por las mismas políticas.

CdM

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