jueves, 19 de septiembre de 2002

El veto de Ibarra, Roggio y la "patria contratista"

Cumpliendo con la exigencia de Metrovías-Roggio, Aníbal Ibarra vetó la ley que establece la jornada de seis horas para el subte. Según Ibarra, "la insalubridad debe ser resuelta por el área administrativa de Trabajo, luego de la realización de los estudios correspondientes". Pero lo que sobran, justamente, son los "estudios", y principalmente denuncias, sobre la degradación laboral en el subte. Ello, comenzando por las características propias de esta tarea, que llevaron a que desde 1945 hasta 1994 - y con excepción de los períodos dictatoriales - se trabajaran seis horas diarias. Según Ibarra, se le otorgarán "plazos" a la empresa para que "corrija los factores de riesgo laboral". Pero, ¿qué corrección podría introducirse en el nivel de ruido superior a 100 decibeles que existe en todo el trayecto nuevo de la línea D, como resultado de gruesas fallas en su construcción? Ibarra promete "estudiar" la insalubridad en el subte. Pero su gobierno le dio a las patronales vía libre para imponer la más despiadada indefensión obrera en materia de seguridad laboral, como lo revelan las seguidillas de accidentes fatales entre los trabajadores de la construcción.
En realidad, el descaro del "progresista" no tiene límites: si aún en un futuro se estableciera la "insalubridad" ¡Ibarra tampoco piensa aplicar las seis horas! Según señala en los "fundamentos" del veto, los subtes fueron concesionados por el Estado Nacional y, por lo tanto, la Ciudad no tendría facultades para intervenir en los contratos que afectan a la concesión del subte. Ni ley, ni "decreto", ni nada: Ibarra defiende a muerte la "conquista patronal" de la jornada de ocho horas que aplicaron Onganía, Videla, Viola y Menem. El único "principio" jurídico valido es la defensa de la "patria contratista" que gerencia al subte.
Un agente de Roggio, Macri y compañía
Es que la clave del veto se encuentra en los múltiples lazos que unen a la administración "progresista" con los Roggio y las restantes cliques contratistas que operan en la Ciudad. Una semana atrás, Ibarra firmó un decreto autorizando la renegociación por "mayores costos" de todas las obras de remodelación y ampliación que se están realizando en los subtes. En una industria como la de la construcción, que emplea insumos locales, con salarios congelados y acosada por una recesión brutal, los "progres" han admitido ajustar los costos empresarios debido al aumento... "de los insumos importados" (sic). Entre los contratistas beneficiados está, por supuesto, Benito Roggio, también operador del subte. Ya a comienzos de año, Ibarra había premiado al mismo Roggio, a Macri y a los otros "padrinos" concesionarios de la basura con una jugosa renegociación de los contratos de recolección, renovados sin licitación gracias a la ley de superpoderes. No puede considerarse casual, en este cuadro, que sea el mismo Roggio el único posible adjudicatario en la licitación de los cuestionados "reservorios" contra las inundaciones. Ibarra ha dejado chiquitos a los Rodríguez Saá o Romero, en lo que respecta a sus vínculos con grupos contratistas. Y en materia de sometimiento a los privatizadores porteños, se encamina a superarlo a Grosso, aunque seguramente termine igual que él.
Cómo vetamos a Ibarra y Roggio
Ibarra también "fundamenta" el veto a la ley de subtes en la supuesta "falta de facultades" de la Ciudad para legislar sobre la jornada laboral. Según Ibarra, la Ciudad jamás podría legislar, por ejemplo, en materia civil o penal, ya que sus códigos fundamentales también se encuentran reservados al Congreso Nacional. Es decir que cuando se trata de burlar los intereses populares, los campeones de la "autonomía" porteña no vacilan en retrotraer el "status" de la Ciudad, no ya al de una intendencia, sino al de un "territorio nacional" como la Antártida.
Todos los fundamentos del veto han salido de la usina del contratista Roggio que, después de haber fracasado en la Legislatura, consiguió el salvavidas de Ibarra. La Uta, que sólo se "prendió" a la lucha por la aprobación de la ley en su tramo final, no movió un dedo para desplegar una movilización de alerta contra el veto, como sí lo hizo el cuerpo de delegados de Metrovías. En este mismo sentido actuó la movilización de las trabajadoras del subte, a quienes la patronal pretendió enfrentar con los delegados. Sobre esta base, la lucha por las seis horas continuará desplegándose en todos los planos. En el terreno legislativo, el Partido Obrero trabajará por la ratificación y promulgación definitiva de la ley. En el plano de la acción directa, está planteado un plan de lucha que debe convocar a todo el transporte, a las asambleas, a las fábricas ocupadas y al movimiento piquetero Defender las seis horas, defender a los compañeros del subte se ha vuelto, a esta altura, una cuestión que interesa a todos los movimientos de lucha de la ciudad. Se trata, en definitiva, de "vetar" a un gobierno que, bajo la máscara del "progresismo", enfrenta cotidianamente a los desocupados, a los sin techo, a los trabajadores de la Ciudad. Todo el transporte, las asambleas barriales, las fábricas ocupadas y los piqueteros tienen que estar con el subte. Para quebrar el "veto". Y con él, a los Ibarra, Macri y Roggio, para que se vayan y gobierne una constituyente en la ciudad.
 M.R.

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