jueves, 17 de octubre de 2002

Los trabajadores del subte ponen contra las cuerdas a un gobierno fundido


La lucha de los trabajadores del subte por la jornada de seis horas ha desatado una colosal crisis política en el Estado de la ciudad. En la sesión legislativa del pasado jueves 10, los radicales y el Frepaso "desaparecieron" del recinto, para no sumar a los cuarenta votos que se requerían para ratificar la ley vetada por Ibarra. Mientras tanto, la ciudad era sacudida por un paro absolutamente masivo de las cinco líneas de subte.
Por primera vez en mucho tiempo, funcionó en el oficialismo la disciplina de bloque. "La Alianza - señaló Altamira en la sesión - había sido quebrada por el pueblo los días 19 y 20 de diciembre pasados. Aquí, en la Legislatura, ya no existía más. Pero anoche, en las dependencias de la Jefatura de Gobierno, el señor Ibarra la reconstruyó por un día. Han desenterrado el cadáver putrefacto de la Alianza, y lo hacen vivir un día, nada más que para atacar y derrotar las reivindicaciones del movimiento obrero".
Para salvar su veto a la ley de subtes, Ibarra tuvo que convocar a una reunión de urgencia a los diputados radicales y frepasistas, en la noche anterior a la sesión. El conciliábulo tuvo la presencia del Coti Nosiglia, es decir, el representante directo de la "patria contratista" dentro de las filas de la Ucr. "Si ustedes ratifican la ley de subtes - les dijo Ibarra - , ponen en riesgo la gobernabilidad de la ciudad." Es decir que sólo continuaría gobernando si es al servicio de los Roggio y las cliques capitalistas que lucran del presupuesto público. Para defender esa orientación, los diputados de la ex Alianza - que en un 90% habían aprobado la ley de subtes en primera instancia - debían ahora desdecirse y "vaciar" la sesión. Es decir que Ibarra-Nosiglia desataron un verdadero golpe de Estado contra la Legislatura, los trabajadores del subte y sus millones de usuarios.

Acción obrera

Ibarra tuvo que intervenir de este modo porque la ratificación de la ley de las seis horas era, a esa altura, imparable. Los delegados del subte acababan de sostener una dramática reunión con los diputados del bloque radical, donde colocaron sobre la mesa las más de 40.000 firmas recogidas entre los usuarios apoyando la devolución de la conquista de las seis horas. "¿Van a optar por esto, por el reclamo de trabajadores y pasajeros, o le van a tirar un salvavidas a un gobierno fundido, al que sólo defienden los Roggio y sus colegas?", les señaló uno de los delegados. Luego de horas de deliberación, el bloque radical había resuelto "insistir" en la ley, lo que desencadenó la posterior intervención de Ibarra.
A esa misma hora, las asambleas de Metrovías resolvían el paro para el día de la sesión. En esas horas, tomó estado público un pacto entre los principales bloques legislativos - suscripto cuando asumió Ibarra hace dos años - , asegurando que ningún veto del Ejecutivo sería rechazado durante su gestión. Es decir, Ibarra puso como condición de "gobernabilidad" el sometimiento permanente de la Legislatura. Naturalmente, la ratificación de la ley de subtes colocaba en crisis ese "principio".

Hay que tirarlo

La crisis impuesta por la acción obrera también se encargó de poner sobre el tapete la sospecha que recorre a todas las oficinas de la Ciudad: detrás de cada uno de los bloqueos a las seis horas está la mano - y sobre todo la caja - de los Roggio. Altamira realizó por primera vez esta denuncia en una reunión de presidentes de bloque, cuando se pretendió postergar, hace dos meses, el tratamiento de la ley de subtes. Uno de los motivos que había empujado a una parte de los diputados radicales a ratificar la ley fue, precisamente, desmarcarse de los rumores de corrupción que crecían en toda la Legislatura. Pero este intento de "saltar del barco" retrata, como ninguna otra cosa, a un gobierno quebrado y descompuesto. El gobierno de Ibarra es la junta de negocios de la banca Morgan, Metrovías y los capitalistas del juego. "Ibarra igual a Hambre", pintan los compañeros de La Boca. "Ibarra igual a Roggio", pintan los compañeros del subte. El repudio popular al gobierno ha comenzado a sacar a la luz los arreglos privados y corruptelas de las pequeñas "juntas de negocios" que funcionan en cada repartición: los negociados inmobiliarios a costa de los sin techo; los negociados con los concesionarios de la alimentación a costa de los comedores de hospitales y escuelas; los negociados con la patria contratista a costa de los trabajadores y usuarios. La lucha del subte coloca sobre el tapete toda esta podredumbre. Por eso, y para imponer definitivamente las seis horas, tenemos que recurrir a una gran movilización de conjunto, interesando a todos los explotados de la ciudad que están siendo agraviados por el gobierno de Ibarra. ¡Seis horas ya! Fuera los agentes de Roggio, Fuera Ibarra. El 22 de octubre próximo, todos a la Legislatura, a exigir la ratificación de la ley.

M.R. 

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