David, de la Línea B
“La medida comenzó con la levantada de molinetes para no perjudicar a los usuarios. Se buscaba que la empresa reflexione y tome cartas en el asunto de pasar a la planta permanente a la gente de las tercerizadas. Son más de 300 compañeros que tienen sueldos muy bajos y están precarizados. Pero ni el gobierno ni la empresa quieren dar solución a un acta que ellos firmaron y que habían cajoneado.
Nos enteramos que al momento de comenzar la medida, derivan a la CGT para que decida si estos compañeros pasan o no a la planta permanente de la empresa y al convenio colectivo de trabajo de la UTA. Ayer en la estación Federico Lacroze hubo represión policial. ¿Quién se hace responsable? Obviamente el ministerio del Interior. Pero en un momento ellos aducían que era un problema interno entre el gremio y el Cuerpo de Delegados.
Desde un comienzo, el Cuerpo de Delegados anunció que estaban todas las condiciones dadas desde el gremio y que el único problema que había era que la empresa y el Ministerio se pongan de acuerdo para llamar a las dos empresas que son del mismo grupo económico; es más el vocero de Metropolitana salió a decir que efectivamente la empresa pertenece al grupo Roggio. Por eso. Me parece que los culpables son el gobierno y la empresa porque después de estar toda la mañana diciendo que era un problema interno gremial, a la tarde reprimen brutalmente.
Lo mejor hubiera sido seguir con la medida, aunque no estando directamente en la estación. Si nosotros no estamos, la jefatura tampoco iba a poder realizar las tareas que nosotros realizamos. Para mí, deberíamos haber seguido con la medida; obviamente no íbamos a poder cortar la vía pero podíamos haber hecho para demostrarle al ministro Tomada que no estamos quebrados y que vamos seguir luchando hasta que todos los compañeros estén dentro de la empresa. Y obviamente que esto sirva de ejemplo para todas las demás empresas donde los trabajadores pelean por terminar con el trabajo en negro y toda la precarización que hay en la Argentina.”
Daniel, de Taym de limpieza
“Yo estuve en Federico Lacroze. Estuvieron con escudos, palos, gases, con una actitud totalmente represiva. Nos corrieron por el medio de la vía aunque el tercer riel estaba con electricidad. Pudo haber sido una catástrofe; podríamos haber muerto todos electrocutados. Yo creo que es un acto de inconsciencia total y después nos reprimieron también en la calle. Si quieren llegar a una solución es a través del diálogo y no de la represión.
A partir de las denuncias que se han hecho, se trata de abrir un canal de diálogo. Y si ellos no reaccionan, tendrían que hacerlo en un nuevo paro. Ojalá no llegaran esas instancias y tomen conciencia de que no queremos más trabajo en negro y tercerizado, no queremos la condición de superexplotacion del obrero en la que estamos. Yo creo que si en realidad quieren terminar con el trabajo en negro y con la explotacion del obrero, como es un gobierno “progre” según dicen, son los que tendrían que tomar las medidas para que esto se acabe.”
Manuel Compañez, delegado de la Línea A
“Lo que quería el gobierno era intimidar a los trabajadores y mediante la represión quebrar el conflicto; no quería dar servicio, ni tampoco resolver el problema del trabajo tercerizado ni la esclavitud laboral. Porque el propio gobierno tiene miles y miles de trabajadores en negro. Los tiene en la DGI, los tiene en el Indec, los tiene en el Anses, en el Ministerio de Economía. Si hay trabajadores en negro en todos esos organismos, el Estado no va a tener ningún interés en solucionar esto.
Los trabajadores tercerizados que todavía no están bajo el convenio de Metrovías son alrededor de 300; sus sueldos son muy variables. Hay gente que gana 160 por mes otros que ganan 600, otros 3,50 la hora. Tendrían que pasar a cobrar 1.050 de básico más los otros ítems.”
jueves, 20 de abril de 2006
FUERA LA TERCERIZACION
Desde hace meses los trabajadores tercerizados vienen reclamando su incorporación al convenio UTA. El gobierno y la CGT venían bicicleteando el reclamo, con la clara intención de desgastar a los compañeros, que eran acosados con apercibimientos y maltratos.
El gobierno, en combinación con la patronal, provocó a los compañeros que habían establecido un plan de lucha con levantada de molinetes: uno les mandó la infantería; el otro, telegramas de suspensión. Los compañeros comenzaron el corte de vías e inmediatamente el conjunto de los trabajadores del subte salieron a la huelga. Desde diciembre se habían votado mandatos en ese sentido en la Línea B y el Taller Rancagua, y ese proceso, con distintos matices se había empezado a generalizar en la mayoría de las líneas y talleres.
La represión del “hijo de las madres”
En los dos días de la huelga, en ningún momento el gobierno intentó negociar. Lanzó una represión violenta: desalojó por la fuerza la estación Primera Junta de la Línea A, donde golpeó a los trabajadores. Para que no quedaran dudas, el comisario a cargo explicó que actuaba bajo órdenes directas del ministro del Interior, Aníbal Fernández.
Fueron detenidos 11 trabajadores entre los que se encontraban dos delegados, liberados luego por la movilización que se comenzaba a engrosar en la puerta de la Comisaría 12a. Los compañeros desalojados de la Línea A lograron recuperar la posición dentro de la línea ingresando nuevamente en la estación Miserere, de donde fueron nuevamente desalojados por la Infantería.
El gobierno luego mando órdenes de desalojo a las líneas E y D, que levantaron el piquete y decidieron concurrir a una asamblea general en Constitución.
En la B también llegó la orden, los compañeros reunidos en asamblea decidieron por unanimidad resistir.
Con barricadas, matafuegos, y los escasos medios con los que puede contar un trabajador, se defendió la permanencia en el lugar de trabajo, defendiéndose de el pertrechado cuerpo de Infantería, en un verdadero combate que se extendió desde la estación Federico Lacroze hasta el Taller Rancagua. La represión en Lacroze continuó en las calles, donde se libró una verdadera cacería por más de diez cuadras. Compañeros que se movilizaban solidariamente fueron apaleados, y un compañero del subte que había sido detenido varias hora antes, fue golpeado, robado y sometido a torturas psicológicas en la Comisaría 6ª.
La burocracia de la UTA se presentó en las cabeceras sólo para plantear que la medida tomada era “inorgánica”. En un acto escandaloso de traición, tampoco respondió frente a la represión que sufrieron los trabajadores ni ante el reclamo de que en estas circunstancias convocara a una huelga general.
Después de Las Heras, esta nueva represión contra trabajadores que luchan contra la tercerización puso de relieve que el tercerismo es una cuestión de Estado para el gobierno de Kirchner.
La asamblea general
Las únicas vías de comunicación que se establecieron con el gobierno —a través de la CTA y Perez Esquivel— confirmaron que la posición politica del mismo frente al conflicto era una sola, desalojar o desalojar.
El gobierno había fracasado en hacer funcionar los trenes pero había logrado desalojar cuatro cabeceras. Se mantenía Constitución, convirtiéndose en el punto de reagrupamiento donde se realizaría una asamblea general. Allí se trazaron dos posturas. Por un lado quienes defendieron la necesidad de darle continuidad al plan de lucha, convocando a una movilización política contra la tercerización y la represión, para rodear de solidaridad a los trabajadores y canalizar el repudio de la población a la represion antiobrera. Otros compañeros defendieron suspender toda medida de fuerza y movilización y convocar a una conferencia de prensa. Esta última fue la moción aprobada.
Cómo seguirla
La lucha de los tercerizados es una lucha del conjunto de los trabajadores del subte y estratégica para toda la clase obrera. De luchar por la recuperación para todos los compañeros del convenio UTA —del cual fueron expulsados con la privatización— dependerán las fuerzas con las que luego podremos ir por el convenio y el 82% móvil.
Sostenemos la necesidad de impulsar una gran movilización política contra la tercerización y la represión, que sirva como eje de reagrupamiento y como advertencia al propio gobierno y la patronal. A partir de allí impulsar en el Cuerpo de delegados junto a todos los trabajadores tercerizados y con asambleas en todas las líneas y talleres los pasos a seguir, en un plan de lucha por el definitivo reconocimiento de los compañeros como trabajadores de la UTA.
El gobierno, en combinación con la patronal, provocó a los compañeros que habían establecido un plan de lucha con levantada de molinetes: uno les mandó la infantería; el otro, telegramas de suspensión. Los compañeros comenzaron el corte de vías e inmediatamente el conjunto de los trabajadores del subte salieron a la huelga. Desde diciembre se habían votado mandatos en ese sentido en la Línea B y el Taller Rancagua, y ese proceso, con distintos matices se había empezado a generalizar en la mayoría de las líneas y talleres.
La represión del “hijo de las madres”
En los dos días de la huelga, en ningún momento el gobierno intentó negociar. Lanzó una represión violenta: desalojó por la fuerza la estación Primera Junta de la Línea A, donde golpeó a los trabajadores. Para que no quedaran dudas, el comisario a cargo explicó que actuaba bajo órdenes directas del ministro del Interior, Aníbal Fernández.
Fueron detenidos 11 trabajadores entre los que se encontraban dos delegados, liberados luego por la movilización que se comenzaba a engrosar en la puerta de la Comisaría 12a. Los compañeros desalojados de la Línea A lograron recuperar la posición dentro de la línea ingresando nuevamente en la estación Miserere, de donde fueron nuevamente desalojados por la Infantería.
El gobierno luego mando órdenes de desalojo a las líneas E y D, que levantaron el piquete y decidieron concurrir a una asamblea general en Constitución.
En la B también llegó la orden, los compañeros reunidos en asamblea decidieron por unanimidad resistir.
Con barricadas, matafuegos, y los escasos medios con los que puede contar un trabajador, se defendió la permanencia en el lugar de trabajo, defendiéndose de el pertrechado cuerpo de Infantería, en un verdadero combate que se extendió desde la estación Federico Lacroze hasta el Taller Rancagua. La represión en Lacroze continuó en las calles, donde se libró una verdadera cacería por más de diez cuadras. Compañeros que se movilizaban solidariamente fueron apaleados, y un compañero del subte que había sido detenido varias hora antes, fue golpeado, robado y sometido a torturas psicológicas en la Comisaría 6ª.
La burocracia de la UTA se presentó en las cabeceras sólo para plantear que la medida tomada era “inorgánica”. En un acto escandaloso de traición, tampoco respondió frente a la represión que sufrieron los trabajadores ni ante el reclamo de que en estas circunstancias convocara a una huelga general.
Después de Las Heras, esta nueva represión contra trabajadores que luchan contra la tercerización puso de relieve que el tercerismo es una cuestión de Estado para el gobierno de Kirchner.
La asamblea general
Las únicas vías de comunicación que se establecieron con el gobierno —a través de la CTA y Perez Esquivel— confirmaron que la posición politica del mismo frente al conflicto era una sola, desalojar o desalojar.
El gobierno había fracasado en hacer funcionar los trenes pero había logrado desalojar cuatro cabeceras. Se mantenía Constitución, convirtiéndose en el punto de reagrupamiento donde se realizaría una asamblea general. Allí se trazaron dos posturas. Por un lado quienes defendieron la necesidad de darle continuidad al plan de lucha, convocando a una movilización política contra la tercerización y la represión, para rodear de solidaridad a los trabajadores y canalizar el repudio de la población a la represion antiobrera. Otros compañeros defendieron suspender toda medida de fuerza y movilización y convocar a una conferencia de prensa. Esta última fue la moción aprobada.
Cómo seguirla
La lucha de los tercerizados es una lucha del conjunto de los trabajadores del subte y estratégica para toda la clase obrera. De luchar por la recuperación para todos los compañeros del convenio UTA —del cual fueron expulsados con la privatización— dependerán las fuerzas con las que luego podremos ir por el convenio y el 82% móvil.
Sostenemos la necesidad de impulsar una gran movilización política contra la tercerización y la represión, que sirva como eje de reagrupamiento y como advertencia al propio gobierno y la patronal. A partir de allí impulsar en el Cuerpo de delegados junto a todos los trabajadores tercerizados y con asambleas en todas las líneas y talleres los pasos a seguir, en un plan de lucha por el definitivo reconocimiento de los compañeros como trabajadores de la UTA.
Charly Pérez y Pablo Melta
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