La elección implicó una enorme lucha política, y hasta física, contra la patota de la UTA, la empresa y el gobierno kirchnerista. Metrovías buscó por todos los medios impedir que los trabajadores concurriesen a votar. Las amenazas y el amedrentamiento se repitieron en todas las líneas y talleres. Se prohibió que los trabajadores fueran a votar en el horario de trabajo y con el personal de recursos humanos buscaron impedir que concurrieran a votar hasta en sus horarios de descanso. La empresa fracasó en cada una de sus maniobras.
La enorme elección realizada ha sido un golpe mortal para la UTA, que carece de cualquier representatividad en el subte. Lo ha sido también para el gobierno kirchnerista, que a través de la intervención del ministro de Trabajo, Carlos Tomada, atacó públicamente al genuino Cuerpo de Delegados pretendiendo legitimar a los delegados truchos impuestos por la UTA. El gobierno trabajó para desarmar el plebiscito y ha mandado a la congeladora el trámite de inscripción del nuevo sindicato, a raíz de lo cual el Cuerpo de Delegados que acaba de elegirse tiene, sola y absolutamente, la legitimidad de los obreros del subte.
La elección de 87 delegados por sectores y en todas las líneas ha sentado un primer mojón en el carácter que debe tener el nuevo sindicato: la continuidad del contenido clasista y el método democrático y de lucha que llevaron al Cuerpo de Delegados recuperado de la UTA a conquistar, junto con todos los trabajadores del Subte, las seis horas para el subterráneo, la incorporación de las tercerizadas al convenio, los aumentos salariales, el conjunto de las conquistas que se han conseguido en los últimos años y, especialmente, la defensa del cuerpo de activistas frente a la represión patronal.
La organización de los propios compañeros superó en múltiples casos los defectos de un método de elección imperfecto, donde no estaba previsto que la base definiera las titularidades y tampoco un claro método para presentar y dirimir candidaturas en los sectores. Las asambleas, las votaciones por urna previas, la experiencia vivida y enriquecida por los sectores, servirán a la hora de plasmar un estatuto definitivo. El nuevo sindicato no puede fallar en cuánto al método de democracia obrera. El propio estatuto tiene que surgir de una asamblea general, en la medida que el actual es apenas un formato tipo para la inscripción y no supera la ley de asociaciones y, desde luego, tanto la designación como las titularidades y suplencias tienen que ser votadas por los trabajadores.
Vamos por el reconocimiento
La lucha por el reconocimiento del nuevo sindicato enfrentará dos políticas alternativas (a veces complementarias): el ninguneo del Estado y la represión patronal y la cooptación. En cualquier variante será una batalla contra la patota de la UTA. Recordemos que la UTA también buscó la cooptación mediante el ofrecimiento de una secretaría antes del desbarranque patotero.
Alternativamente, como lo hacen habitualmente el kirchnerismo y sus socios transversales, intentarán la cooptación del sindicato para transformarlo en un aparato inofensivo, alejado de los métodos que derrotaron hasta ahora a la patota. La burocracia de la CTA sobrevuela como un cuervo sobre esta experiencia, que recorre un camino absolutamente diferente al de los Yasky y De Gennaro, empeñados en construir aparatos asentados en una nueva integración al Estado como rueda auxiliar de la centroizquierda, no en construir un sindicalismo clasista. Por ello, el primer desafío será no quedar atrapados en una política administrativa, paralizante, de buena letra, para que algún diputado "amigo" acelere el trámite de un expediente que no llega nunca.
La enorme elección realizada coloca a los trabajadores del subte y al flamante Cuerpo de Delegados ante una nueva etapa. Se presenta el desafío de que el nuevo organismo, con el apoyo del conjunto de los trabajadores, se haga cargo de la representatividad efectiva de los compañeros ante cada jefatura, de hecho y de inmediato. Por eso es necesario que el nuevo sindicato adopte un método claro de funcionamiento, garantizando el debate democrático indispensable para el accionar de lucha del nuevo sindicato. ATM, la Agrupación de Trabajadores de Metrovías, ha propuesto, y ya ha sido adoptado como resolución en la primera asamblea de la línea B luego de la votación, que no sólo se funcione mediante asambleas por líneas sino en sesiones plenarias de todo el Cuerpo de Delegados, por lo menos una vez al mes.
Luego de esta elección, se hace indispensable preparar una campaña por la legalización del nuevo sindicato preparando una movilización al Ministerio de Trabajo. Esta campaña debe surgir a partir de la fuerza de los trabajadores del subte y en conexión con los cuerpos de delegados combativos de todo el movimiento obrero.
Por un aumento salarial y lo demás
El aumento que pactó la UTA es contrario a paritarias: en negro, condicionado a presentismo y miserable en su importe ¿Quién los mandató? Absolutamente nadie.
Con el Cuerpo de Delegados electo es necesario planificar el impulso de una campaña salarial en los sectores, para unificar un reclamo masivo que coloque lo que reclaman los trabajadores en materia salarial. El nuevo sindicato no es un satélite de los topes de Moyano, Yasky y Cristina Kichner: es un sindicato de los trabajadores. La perspectiva del Nuevo Sindicato del Subte es la de paritarios de los trabajadores, para luchar por un salario equivalente a la canasta familiar.
Al mismo tiempo los sectores tienen que ir definiendo una agenda de prioridades que se traten en el pleno de los delegados: frenar las sanciones, los ascensos o la cuestión del servicio médico, por ejemplo.
Los trabajadores del subte han inscripto una nueva página en su historia. Jóvenes activistas se han sumado a los constructores del anterior Cuerpo de Delegados. Con ellos se inaugura una nueva experiencia para el movimiento obrero. Manos a la lucha.