Se realizó el primer turno de las elecciones de delegados en las líneas A, B y C, las que junto con la D, son las principales en caudal de tráfico y peso político. Sobre 40 delegados electos en tráfico, estaciones y talleres, 11 pertenecen a la oposición clasista a la conducción, hegemonizada por el kichnerismo sabbatellista de Roberto Pianelli. Aparte, unos ocho delegados más corresponden a sectores con relativa independencia de la conducción, que han protagonizado luchas. Es el caso de los boleteros de la Línea B, contra el trabajo insalubre con la tarjeta Sube, o los paros contra la manipulación de ascensos por la patronal en tráfico de la Línea A. En cuanto al resto de los delegados, si bien se ubican en el campo de la conducción del sindicato, su composición no es homogénea: responden a fracciones lideradas por distintos miembros de la Directiva, que chocaron entre sí, sea con listas enfrentadas o disputando ciertas preselecciones para conformar listas únicas. Es el caso de tráfico de la Línea C o estaciones de la misma línea. Incluso en el armado de estas listas tuvieron que incorporar a algunos jóvenes activistas independientes.
La lucha en la Línea B
Con todo, la lucha política más fuerte se dio en la Línea B. La representación gremial de tráfico y del taller Rancagua de la misma línea -en manos del clasismo y mayoritariamente de la Agrupación Trabajadores de Metrovías (ATM), orientada por el Partido Obrero- era el botín más acariciado por la conducción.
Desde allí, han surgido la mayor parte de las iniciativas de lucha del subte. No sólo de ahora, sino desde la propia recuperación del cuerpo de delegados de manos de la burocracia de la UTA en los ’90. También las iniciativas más fuertes contra las políticas de integración al Estado de la directiva del sindicato. Así fue con las actas de paz social con el ministro Tomada o los intentos de forzar el ingreso del sindicato a la CTA, o la subordinación a las paritarias que firma la UTA bajo el ala del gobierno. Y, en el último año, contra la entrega del subte a Macri, que fue la viga maestra de la política del kirchnerismo.
Envalentonado por el ascenso a tráfico de varios activistas propios, la directiva armó toda una campaña de intrigas contra los delegados clasistas y apeló, incluso, al macartismo, con volantes que llamaban a rechazar “resoluciones surgidas de locales de partidos políticos”. Pero en la experiencia de la base de la B, los delegados clasistas están ligados a las mayores conquistas conseguidas en el subte y a la lucha por la independencia de la AGTSyP. En la más reciente experiencia, el paro del 20 N, sólo la Línea B acató en asamblea parar contra el impuesto al salario, rompiendo el boicot de la directiva yaskista. Los candidatos de izquierda y todo un grupo del activismo ganaron el voto hombre a hombre, sin eludir uno sólo de los argumentos políticos que los delimitan del kirchnerismo.
En cuanto al taller Rancagua, bastión del clasismo en el subte, el pianellismo fracasó en presentar una lista propia, con lo que jugó la carta de promover el voto en blanco contra la lista “del Partido Obrero”, apoyándose en algunos elementos resentidos y desmoralizados. Pero los tres candidatos de ATM se impusieron por una mayor diferencia de votos que en la elección anterior.
También revalidaron su título los delegados de ATM del taller San José y dos de los tres de Polvorín, donde nos acompaña un independiente. Ese activismo consolidado de los talleres es la avanzada en la lucha contra la política macrista de tercerización del mantenimiento, flexibilización laboral y destrucción de la jornada de 6 horas.
De manera general, entonces, el clasismo afirmó sus filas. La conducción aparece con fisuras interiores y se expande una franja de delegados díscolos frente a la brutal adaptación de la directiva al gobierno nacional y al macrismo. De las próxima fechas de elección en líneas D, E y H, pueden surgir media docena más de delegados independientes, con lo que la representación de la oposición puede llegar a un 20% del cuerpo de delegados. La Agrupación Trabajadores de Metrovías creció a nueve delegados electos y logró avances en las líneas C y E. Es toda una afirmación del clasismo al interior de un sector estratégico de la clase obrera.
Sergio Villamil