No había terminado el plebiscito cuando la tapa de Ámbito Financiero ya publicaba la definición del ministro Tomada, comprometida con Moyano y compañía en Madrid, de no legalizar el nuevo sindicato que pretenden los obreros del subte. El gobierno legalizó los ‘deletruchos' de la UTA y se empeñó en descabezar esta experiencia clasista que se transformó en referencia nacional para el movimiento obrero. Ahora lo reafirma, lo que demuestra que no concederá la luz a ninguna organización combativa que dé continuidad al histórico cuerpo de delegados, que no sea la que emerja de una derrota de la burocracia, la patronal y el gobierno. O sea que no hay lugar para un compromiso con el gobierno para establecer una "coexistencia pacífica" con la UTA, al estilo de la que la CTA mantiene con la CGT (y ATE con UPCN). De esto se desprende la necesidad de un inmediato plan de acción, lucha y organización para dar esa batalla, para lo cual hemos planteado la asamblea general.
En su momento nos opusimos a la línea de "cavar trincheras con la burocracia" y aceptar la cooptación en una secretaría de la UTA. Ahora pensamos que es perjudicial adaptarse a una línea de paralelismo sindical, o sea la coexistencia de UTA y un nuevo sindicato. El plebiscito otorga a sus impulsores la respuesta: unidad gremial ante la patronal, con exclusión de UTA. Para hacer valer esta situación hay que elegir el cuerpo de delegados.
Al momento de cerrar estas líneas han votado la línea D, la E y la B. La votación ha ido creciendo, al punto que en la B votaron 447 compañeros (439 por el SI) sobre un padrón de presentes de algo menos de 500. Semejante porcentaje del 90% no tiene antecedentes, incluso en las mejores elecciones de delegados. Es que en la B se sumaron como nunca la masa de los compañeros de boletería, auxiliares y de limpieza que siempre tuvieron una participación un escalón abajo que tráfico. En la E el porcentaje de votos positivos superó el 70% y en la D también, teniendo en cuenta que allí se produjo la agresión de la patota y hubo que retomar después de varias horas de paro. En la urna de la B votó más gente que en una urna de votación nacional, fue una romería todo el día, con pequeñas colas de compañeros que se agolpaban y de hecho establecían un control social de la elección; a todas las líneas concurrieron activistas y delegados de otras líneas para colaborar con la tarea.
El paro contra la acción de la patota nació por decisión de los trabajadores de la D y se extendió a la velocidad de un rayo, reflejando una enorme organización existente al margen del cuerpo de deletruchos legales de la UTA. Los llamados ex-delegados por casi todos los medios de prensa, especialmente por el grupo Clarín, exhibieron una representatividad y poder de lucha y movilización extraordinarios, a pesar de que carecen de licencias gremiales y actúan de hecho y no reconocidos por la patronal ni el Ministerio de Trabajo kirchnerista. Al lado de ellos actúan decenas y decenas de activistas que se han ido formando en una década de lucha desde las huelgas y movilizaciones por las seis horas y contra los despidos de activistas en adelante, pasando por las grandes luchas salariales y por la incorporación de las tercerizadas.
Es muy claro que la patoteada de Fernández en la A, para parar el plebiscito a golpes, tuvo el efecto de un boomerang. Pero el hecho merece varias reflexiones porque contó con una zona liberada por parte de la policía y la patronal. El país entero vio, delante de las Madres, de diputados y de todas las cámaras, cómo accionaron los patoteros, impunemente, evidenciando la connivencia del gobierno y la patronal con la patota. Emergió también la repugnancia visceral de todos los trabajadores a la presencia cotidiana de los matones que son ñoquis, en muchos casos sin tomar servicio, que actúan como un cuerpo extraño a la clase obrera.
El paro alcanzó también a la línea H, la nueva, la formada con personal de la bolsa de trabajo de la UTA, lo cual es expresivo de que han hecho una experiencia y que piensan con su propia cabeza. Muchos de ellos lo han verbalizado, "quiero seguir con las seis horas, con este salario y este régimen de trabajo, por eso apoyo a los viejos delegados".
Un hecho riquísimo fue el debate entre el gran activismo de la línea D, una de las que más moviliza históricamente cuando hay que salir a la calle. Ellos no solo pararon "de una" toda la línea, también fueron clave a la hora de decidir la continuidad del plebiscito y con ello cambiaron una derrota por la victoria. La pretensión de Fernández era interrumpir el plebiscito (dijo que "si quieren votar que lo hagan afuera"), es decir pretende sostener el control del lugar de trabajo y los obreros le impusieron a la patota ese control para este acto y, al llevarlo adelante hasta las últimas consecuencias, permitieron la expresión electoral de una masa inédita de compañeros.
En la B, la asamblea resolvió no levantar el paro si no había garantías por parte del gobierno, luego lo levantaron ante la decisión de la D, pero esas garantías aparecieron en los hechos porque fueron emplazados efectivos de policía e infantería por temor a que otra agresión provocara paros más fulminantes. Fue otra victoria dentro de la victoria, la huelga apretó al gobierno, delatando su compromiso con las patotas que actúan en la República Argentina, como Atilra en Rosario, como el Smata contra Dana y en tantos lugares.
El activismo se ha entusiasmado con el desarrollo de los acontecimientos y se ha resuelto un día específico de votación para la línea H, que en principio votaría junto a la A. La batalla en la línea C será más ardua por ciertas posiciones de la burocracia y porque el MST definió la postura por quedarse en la UTA (por ejemplo, impulsó la participación en las elecciones de los deletruchos). Pero están dadas las condiciones para una victoria "en toda la línea" y en todas las líneas. El taller de Polvorines, dominado históricamente por la UTA, votó en un porcentaje apreciable junto a la línea A; allí, como en la B y en Rancagua, fue importante el trabajo de Agrupación de Trabajadores de Metrovías que se movilizó masivamente para las votaciones y para el paro.
Conscientes de que ni el viejo cuerpo de delegados ni el viejo sindicato se abriría paso sin derrotar a la UTA, sostuvimos en todo momento la necesidad de una asamblea general fundacional que resolviera un plan de lucha, la elección de delegados por línea y por taller y el inmediato reclamo salarial, al mismo tiempo que la nueva comisión directiva del sindicato. Esta experiencia apoya esta línea de acción, especialmente a partir del paro general contra la patota. La asamblea sería un gran hecho político, de democracia obrera y de lucha.
El plebiscito carece de resoluciones expresas de los pasos a seguir de aquí en más, pero constituye un mandato: la elección de delegados y el aumento. Esto último ya empezó a votarse en algunos talleres y sectores: un reclamo del 30% de emergencia. Tengamos en cuenta que el aumento del año pasado fue aproximadamente la mitad de la inflación, firmado por UTA a espaldas de los trabajadores.
Para que este proceso no se caiga, hay que elegir de inmediato los delegados, atrás de la cual vendrná solos, en cascada, el reclamo salarial y todos los demás reclamos, de tal suerte que los delegados electos sean la Comisión Directiva provisoria del nuevo sindicato. Tengamos en cuenta que hoy la patronal no reconoce a los verdaderos delegados.
La vigencia de una asamblea general la daba y la da el hecho de que no hay quién decida todo este plan de acción, porque el viejo cuerpo de delegados casi no funciona, sólo se reúnen algunos compañeros, no teniendo en cuenta horarios y convocatorias para que todos participen, incluso se ha abandonado el viejo método del consenso sin establecer otro de mayorías pero con participación de todos. El estatuto y las autoridades del nuevo sindicato deberían surgir de la asamblea general, el método histórico de los sindicatos clasistas. Así funcionó Sitrac-Sitram y todas las grandes experiencias del movimiento obrero; así está establecido incluso en muchos estatutos, como el gráfico, sólo que no se cumplen. El nuevo sindicato del subte surge para cumplir con los métodos clasistas.
Mientras se produce la afiliación al nuevo sindicato hay que elegir delegados nuevos, que establezcan la genuina organización sindical de lucha de los compañeros, no se puede esperar que la "simple inscripción" le dé un carácter legal, porque entonces la llave de la continuidad la tendría el Ministerio de Trabajo kirchnerista y, en años, la justicia. Al Estado se le puede arrancar un reconocimiento como se le arrancaron otras cosas, con la lucha. Tenemos que estar conscientes de que la empresa extraordinaria de la formación de un sindicato clasista del subte, contra la UTA, no surgirá de una política tipo CTA, bajo el amparo de otra burocracia, la de Yasky, integrada por otras vías al Estado. Una inclinación a este tipo de sindicatos paralelos sólo alumbraría un nuevo aparato para el derrotismo. Los trabajadores han votado, con las boletas y con la huelga, por el SI ha un sindicato de lucha. Adelante compañeros.
Néstor Pitrola
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