Si algo faltaba para completar el sainete entre Cristina
Kirchner y Macri sobre la cuestión de la jurisdicción sobre el subterráneo fue
la última sesión de la Legislatura de la Ciudad, donde se armó un tándem
inesperado entre el PRO y Proyecto Sur.
La sesión fue una demostración de la impasse que
enfrentan todos los bloques políticos. Las dos declaraciones aprobadas son una
expresión de ello. Una de ellas, de autoría de Proyecto Sur y votada por el
PRO, plantea “que toda transferencia debe hacerse con los recursos” y mediante
un convenio votado por la Legislatura. Como éste es el planteo del macrismo, el
bloque del PRO lo votó a dos manos.
La otra declaración, que no tiene efecto práctico alguno,
llama al Ejecutivo a dar por anulado el aumento de la tarifa. Ese proyecto lo
votaron varios bloques menores. Pero se impuso porque el bloque del PRO se
abstuvo, o sea que no votó en contra, devolviéndole el favor a Proyecto Sur por
la anterior votación, que sirve a los propósitos de Macri. Quien sí rechazó
pedir la anulación del aumento fue el bloque kirchnerista, que de esta forma se
revela como autor intelectual y material del tarifazo.
Enredados en declaraciones impotentes, todos los bloques
de la Legislatura, desde el PRO a Proyecto Sur, pasando por los K y el FAP,
terminaron empantanados mientras el servicio del subte sigue en crisis,
poniendo en riesgo la seguridad de los trabajadores y pasajeros.
Ningún bloque planteó dar por cancelada la concesión a
Benito Roggio, colocar el subte bajo control de los trabajadores, y establecer
un plan de inversiones financiado con impuestos progresivos al gran capital. El
hecho de que Proyecto Sur tampoco lo haya hecho marca su política conservadora
y oscilante entre los bloques políticos tradicionales. Se podrá objetar que un
proyecto así no hubiese ganado. Pero hubiera ayudado a marcar una salida en
función de los trabajadores a la crisis del transporte público. Por lo pronto,
hubiese sido mucho más útil que terminar votando con el macrismo.
G.S.