La movilización de los trabajadores del Subte al Ministerio de Trabajo, expresó la presión que acumula esa olla y puso de relieve el fracaso de la política de Tomada y el gobierno.
El gobierno pretende establecer un cordón sanitario alrededor de los luchadores del subte mediante una tutela permanente del ministerio sobre las relaciones obrero-patronales, manteniendo el reconocimiento a la burocracia de la UTA como representación legal del sector.
Es que la supercombativa marcha de 600 trabajadores expresó las tendencias a la lucha que recorren el Subte. Las consignas centrales que votó el cuerpo de delegados –“paritarias y reconocimiento del sindicato del subte”– ya de por sí irrumpen contra los límites que pretendió Tomada al colocar la cláusula de paz social y al diferir sin fecha el reconocimiento de la nueva y genuina organización sindical del Subte. Pero además, la movilización expresó el debate salarial extendido en las líneas; la lucha por las categorías de los talleres Rancagua, San José, Constitución; por los descuentos arbitrarios en la Línea H; por la regularización del tráfico en la B y por las condiciones de seguridad e higiene. En todos estos sectores se han protagonizado medidas de fuerza parciales en estos días: trabajo a reglamento en Rancagua y San José, paro en la H y levantada de molinetes en la Línea C.
El taller de San José marchó con la bandera del 35% votada por su asamblea, posición que también es ampliamente apoyada en otras líneas como la B.
La delegación recibida por los funcionarios presentó un petitorio: actualización salarial, modificación del régimen de licencias (dos francos semanales), bolsa de trabajo con sistema democrático, reconocimiento de la insalubridad, jubilación anticipada en base al 82% móvil, categorías en los talleres, inmediato otorgamiento de la inscripción gremial del nuevo sindicato.
El Ministerio se limitó a recibir la petición y a “elevarla”, equivalente a una recepción por “mesa de entrada”. Se abre una nueva situación. Sin duda las asambleas de línea y el plenario de delegados tienen que evaluar la bicicleta oficial para decidir los pasos a seguir.
David Carballo, delegado Línea B
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