El Encuentro Intersindical del sábado pasado reunió a una gran cantidad de delegaciones del movimiento obrero y, en especial, a los protagonistas de los grandes conflictos recientes. Se destacó la presencia del Cuerpo de Delegados de Metrovías, los Suteba de
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El desarrollo del Encuentro, sin embargo, puso al desnudo una impasse esperado. No se pudo aprobar siquiera una carilla que dijera qué escenario político enfrentamos y cuáles son los objetivos y las tareas planteadas.
El Encuentro había estado al borde de naufragar (tardó cuatro horas en empezar). La crisis fue precipitada por quienes abogaron para que tuviera un carácter “restringido” (eligieron un espacio para 500 personas), mientras alentaban una concurrencia indiscriminada. Se impuso un cupo a las fuerzas más gravitantes (el Polo Obrero y el Partido Obrero de todo el país fueron reducidos a 75 delegados) y se obligó a recortar sensiblemente las representaciones de delegados sindicales electos por los trabajadores. Incluso este acuerdo de emparche fue luego desconocido por quienes se identifican como independientes, pero que actúan como “una izquierda de
Intentaron poner en contra de los que cumplimos los acuerdos de representación a un grupo de gente que reclamaba su derecho a ingresar, en algunos casos representaciones obreras genuinas y en otros muchos no. El ala que armó la manipulación terminó siendo víctima de su propia maniobra, teniendo que enfrentar la ira de los defraudados por la exclusión. El PO admitió, de común acuerdo con las demás fuerzas, el ingreso de todos, dejando sentadas la denuncia de la manipulación y la desnaturalización que esto introducía en el desarrollo del Encuentro.
El bochorno organizativo no es más que una traducción del empantanamiento político. La principal controversia giró en torno a las bases capaces de fundar un reagrupamiento en las filas del movimiento obrero.
Ni el gobierno ni
Por un lado, estuvieron quienes buscaron limitar el debate a la "coordinación de las luchas". Por el otro, los que batallamos por la necesidad de una definición política para sustentar esa coordinación, en particular separando campos con la burocracia sindical y uniendo fuerzas con el movimiento piquetero. Para coordinar las luchas hay que estar contra el gobierno y la burocracia (caso Metrovías, ahora docentes de Salta).
Tanto
Para coordinar con
Esta contradicción es sólo aparente porque este sector, ante el hecho de que los “partidos” no retiraban sus delegados sindicales, trataba de romper el Encuentro. El punto culminante fue que el Cuerpo de Delegados de Metrovías quedó virtualmente impedido de participar, enfrascado en una deliberación interna de los 15 delegados presentes ante una propuesta de Pianelli y Arturo de retirar al cuerpo entero de la reunión, votación que perdieron luego de un debate de tres horas, mientras deliberaban las comisiones. De este sector se retiraron los independientes de Amsafe Rosario y el Sindicato de Comercio rosarino. El propio Pianelli no oculta sus preferencias por el oficialismo, como se ve en el hecho de que caracterizó el llamamiento que convocó al Encuentro de "cerrado". La disidencia emergió de la peor forma.
El Encuentro quedó atrapado en sus contradicciones. Se aprobaron apoyos a luchas en curso, docentes salteños y Lafsa, el apoyo a la jornada obrera y piquetera del 19 de abril y la convocatoria a un nuevo encuentro para el mes de julio. Los apoyos y el 1º de Mayo hubieran ocurrido de idéntica manera sin el encuentro; queda en limpio otro encuentro cuya modalidad deberá discutirse entre todas las organizaciones convocantes.
Pablo Heller - Néstor Pitrola
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