Con un debate esclarecedor
El estreno de la película del Ojo Obrero “Así es el Subte…” fue un acontecimiento en el ámbito de la vanguardia obrera de la Ciudad. Afiches y volantes, pegados en andenes, boleterías y carteleras, popularizaron la actividad entre los trabajadores de Metrovías. Sesenta de ellos y gran parte del Cuerpo de Delegados se dieron cita en el Cine Tita Merello, junto a una concurrencia de 300 trabajadores, que incluyó a delegados y activistas telefónicos, ferroviarios, gráficos, periodistas, de comercio, estatales, de la sanidad, docentes universitarios y activistas piqueteros.
El estreno de la película del Ojo Obrero “Así es el Subte…” fue un acontecimiento en el ámbito de la vanguardia obrera de la Ciudad. Afiches y volantes, pegados en andenes, boleterías y carteleras, popularizaron la actividad entre los trabajadores de Metrovías. Sesenta de ellos y gran parte del Cuerpo de Delegados se dieron cita en el Cine Tita Merello, junto a una concurrencia de 300 trabajadores, que incluyó a delegados y activistas telefónicos, ferroviarios, gráficos, periodistas, de comercio, estatales, de la sanidad, docentes universitarios y activistas piqueteros.
La película, de 30 minutos de duración, es un muy buen documental, no sólo desde el punto de vista cinematográfico, sino también por su contenido sindical y político. Abarca un período largo de luchas de los trabajadores de los subterráneos de Buenos Aires, con centro en la recuperación de la jornada laboral de 6 horas y en la última huelga de febrero-marzo de 2005 por el aumento salarial y la efectivización de los trabajadores tercerizados de la limpieza.
Por su impacto y su contenido clasista se destacan las escenas que muestran la presión de la movilización obrera sobre el parlamento de la Ciudad, por la aprobación de la ley de la jornada de 6 horas por trabajo insalubre. O aquellas donde elementos de la patronal, tratan, infructuosamente, de mover los trenes en la última gran huelga. Se destaca, especialmente, la filmación en directo de la asamblea, donde los trabajadores increpan a los burócratas de la UTA por firmar un acuerdo a espaldas de las asambleas obreras e intentar levantar el paro por televisión.
El impacto de la película, que emocionó a los compañeros de Metrovías, se revela en los pedidos que se han producido de que se proyecte para los compañeros que no la vieron.
Por su impacto y su contenido clasista se destacan las escenas que muestran la presión de la movilización obrera sobre el parlamento de la Ciudad, por la aprobación de la ley de la jornada de 6 horas por trabajo insalubre. O aquellas donde elementos de la patronal, tratan, infructuosamente, de mover los trenes en la última gran huelga. Se destaca, especialmente, la filmación en directo de la asamblea, donde los trabajadores increpan a los burócratas de la UTA por firmar un acuerdo a espaldas de las asambleas obreras e intentar levantar el paro por televisión.
El impacto de la película, que emocionó a los compañeros de Metrovías, se revela en los pedidos que se han producido de que se proyecte para los compañeros que no la vieron.
Al finalizar la proyección, se abrió un debate, sobre la base de una mesa compuesta por los delegados Beto Pianelli, Andrés Fonte y Charly Pérez, y el ex legislador de la Ciudad que presentara el proyecto de ley mencionado, Jorge Altamira.
Los delegados desarrollaron el ángulo de las conquistas obtenidas, no sólo como reivindicaciones, sino como golpes al sistema patronal de explotación en el país, que cuenta con la complicidad de las burocracias sindicales. A la flexibilidad laboral, a la política de despidos sistemáticos, al dominio despótico de los aparatos sindicales sobre los trabajadores. Fonte relató los comienzos de la organización del activismo, en el período de derrota, que luego dio lugar a la expulsión, prácticamente, de la burocracia de UTA del cuerpo de delgados. Charly Pérez aportó cómo en las primeras etapas de todo este proceso, agrupaciones como El Túnel y Trabajadores de Metrovías confluían en la lucha contra los despidos, al tiempo que debatían posiciones y distribuían materiales, que politizaban y ayudaban a madurar a un gran activismo antiburocrático.
Beto Pianelli reivindicó como un factor de la lucha del subte la experiencia política “acumulada” en un grupo de activistas, que vienen de experiencias militantes partidarias de izquierda. Pero subrayó que la dinámica fundamental de las luchas del “nuevo” movimiento obrero combativo, está dada por la solidaridad de clase y la lealtad incondicional con el compañero de pelea.
Altamira, por su lado, introdujo otro ángulo. Luchas como las de Metrovías, telefónicos y más inmediatamente, la resistencia de Zanón o la lucha de los jóvenes obreros de los supermercados, dijo, plantean desde el inicio un enfrentamiento político estratégico con el Estado. La burguesía está jugada a fondo por reconstruir su dominio a diciembre de 2001, el del Estado, el de la dictadura patronal de la vida en la empresa —que perdió, por ejemplo, en los subterráneos y en los edificios telefónicos—, el de la propiedad de las empresas ocupadas por los trabajadores. Todo un espectro de sindicatos, internas, piqueteros, en sentido opuesto, combaten a pie firme por mantener las conquistas del “Argentinazo”. En este enfrentamiento que es “de poder”, en tanto posiciones de clase irreconciliables, el régimen kirchnerista ha obtenido algunos triunfos, como es la firma de decenas de convenios flexibilizados, la captura por personeros del oficialismo de gran parte de las fábricas de “gestión obrera”, la cooptación política de una parte del movimiento piquetero, de las centrales sindicales y los organismos de derechos humanos.
Este cuadro plantea, propuso Altamira, la apertura de un debate entre los obreros y sindicatos en lucha, en el movimiento piquetero, en la izquierda, de carácter estratégico. Con qué estrategia, con qué programa y con qué organización enfrentamos al Estado y al régimen K. Incluyendo una coordinación de todos estos sectores, para continuar la lucha en común y debatir las bases de construcción de lo que no es otra cosa que un gran partido de la clase obrera.
Este cuadro plantea, propuso Altamira, la apertura de un debate entre los obreros y sindicatos en lucha, en el movimiento piquetero, en la izquierda, de carácter estratégico. Con qué estrategia, con qué programa y con qué organización enfrentamos al Estado y al régimen K. Incluyendo una coordinación de todos estos sectores, para continuar la lucha en común y debatir las bases de construcción de lo que no es otra cosa que un gran partido de la clase obrera.
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