El paro de 36 horas -declarado por la Asociación Gremial
de Trabajadores del Subte y Premetro a partir del miércoles 16- puso fin a la
parálisis del sindicato frente al juego del gran bonete que protagonizan los
gobiernos de la Nación y la Ciudad acerca de la transferencia del subterráneo.
Los trabajadores de la Línea B, Rancagua y San José ya habían mandatado a sus
delegados a plantear un plan de paros de 12 y 24 horas, que en el caso de los
talleres de Constitución se convirtieron en un reclamo de huelga indefinida.
Metrovías argumenta que no puede dar aumento salarial
debido a la reducción de los subsidios, mientras el gobierno nacional justifica
esa reducción por el traspaso del servicio a la Ciudad, en tanto que Macri se
saca la responsabilidad de encima alegando que no puede aceptar la
transferencia sin los subsidios correspondientes. En resumen, la crisis fiscal
y la política de ajuste han creado un impasse que victimiza a los trabajadores.
El estallido de la paritaria se llevó puestas a las
respuestas dilatorias de la burocracia de UTA y de la dirección de AGTSyP. La
burocracia de la UTA declaró un paro 24 horas el jueves; la AGTSyP convocó a
una huelga de 36 horas, que arrancó el mediodía del miércoles. De este modo, el
sindicato del subte le ‘roba’ la iniciativa a la burocracia de Fernández. El
eje de los paros no es, sin embargo, el reclamo salarial, sino que Macri se
haga cargo del servicio. La misma posición esgrime la patronal de Roggio. Los
sindicatos se meten en una interna política de los gobiernos patronales,
incluso con el conocimiento de que el kirchnerismo bloquea cualquier aumento
salarial que supere el 18-21%, según los casos.
La agenda votada en múltiples asambleas y, oportunamente,
en el Cuerpo de Delegados le ha dado la espalda a estas maniobras: reclaman 28%
de aumento, 2% por año de antigüedad y aumento en viáticos y licencias.
La mayoría de los delegados, al decidir el paro, apuntó a
Roggio, uno de los que, en palabras de Cristina, “se la llevan en pala” -desde
hace 18 años- y desarrolla una desinversión que no tiene nada que envidiarle a
Cirigliano -el operador de TBA.
Cristina Kirchner y Tomada le han impuesto un 18% a todos
los choferes de UTA, que es el piso inferior del tope salarial establecido por
el gobierno. Ese aumento fue rechazado, en la UTA, por muchos cuerpos de
delegados de la zona sur, que reclaman el 30%.
ATM viene llamando a apoyar esta lucha del Subte en
defensa del aumento y de las paritarias.
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