¿Qué deberían haber hecho los obreros y activistas de Kraft ante el despido de la totalidad del Cuerpo de Delegados y de la Comisión Interna en su conjunto? Los críticos de la lucha de Kraft han olvidado que el movimiento del Subte comenzó hace más de diez años cuando se produjo el despido de un compañero, uno solo, lo que paró a las líneas. Es sorprendente que se diga que el corte de la Panamericana es una acción ‘salvaje’ en un gremio que se ve obligado, en la lucha, a bloquear el transporte de centenares de miles de personas. Como muy pocos activistas hablan por hablar, este enjuiciamiento negativo a la lucha de Kraft deja en evidencia una orientación que se asemeja a la de las burocracias de la CTA y hasta de la CGT; este sector llegó a reivindicar la construcción sindical de Moyano. El mismo Moyano que apoya a la UTA y rechaza el reconocimiento del sindicato del Subte.
Huelga salvaje quiere decir contra la ley, o sea contra la conciliación obligatoria, pero que en el caso de Kraft el gobierno se negó a renovar, precisamente para que la patronal tuviera campo libre para los despidos. Pero el rechazo a la conciliación es lo que han hecho los docentes de Córdoba capital, contra Schiaretti, y de la Ciudad, contra la conciliación de Macri, o las huelgas petroleras de Santa Cruz. En Kraft, la interna respetó todas las conciliaciones violadas por la patronal. La conciliación obligatoria es una institución anti-obrera, que tiene su origen en las dictaduras bonapartistas en Europa, que precedieron al fascismo. En Argentina, fue restablecida por la dictadura de Onganía. En oposición a las conciliaciones, voluntarias u obligatorias, defendemos la soberanía de las decisiones de las asambleas obreras. La eliminación de la democracia sindical por parte de la burocracia, es parte del régimen de la conciliación obligatoria. Daer desautorizó esta lucha en función de su atadura a la patronal y al Estado (y a la Embajada norteamericana). El ataque a la lucha de Kraft, desde el Subte, sigue una línea que se manifestó en el ataque de este mismo sector a la huelga del Casino, en 2007, y en su slogan de ‘cavar trincheras junto a la burocracia’. Pero no se pude desarrollar un movimiento intersindical clasista como compañeros de ruta de lo que se reconoce como burocracia sindical.
Es claro que los piquetes, cortes de ruta y marchas multitudinarias a Plaza de Mayo, impusieron un límite al golpe patronal de Kraft; de lo contrario, la organización en la fábrica estaría hoy en ruinas (en manos de Daer). Esta lucha contribuyó al despertar de nuevas organizaciones del movimiento obrero, por ejemplo la nueva Comisión Interna de Arcor, de Salto, que reclamó una hora de paro de todo el gremio de la alimentación en defensa de Kraft en la reunión de “los cuerpos orgánicos” que convocaron Daer y Morán para no apoyar a los obreros. Mediante la lucha, los obreros de Kraft enfrentaron el bloqueo a que los sometieron las burocracias de Moyano y Yasky. En lugar de ofrecer un manual contra las derrotas de las luchas, los que las critican debieran denunciar ese bloqueo de la burocracia y ayudar así a su victoria. La burocracia de los Yasky y De Gennaro no pudieron recorrer los 35 kilómetros que van a Kraft, pero sí los 1400 para respaldar a la puntera kirchnerista Milagro Sala, de Jujuy.
La lucha de Kraft estuvo asociada a la lucha del Subte. Ambas llegaron a coincidir en un paro de tres horas en un mismo medio día, e incluso con otro piquete de metalúrgicos de Tatsa que ocupó la fábrica y cortó la General Paz. Estas luchas forman parte de un proceso que se originó en el Subte, en ocasión de la lucha por la jornada laboral de seis horas.
La denuncia de la lucha de Kraft, por parte de una de las fracciones más importantes del Subte, tiene un carácter marcadamente oportunista, pues deja de lado las luchas que se ganaron con los mismos métodos de Kraft: la ocupación de Cive, de Pilkington o la gran huelga petrolera del norte santacruceño, o el acampe de Massuh. Los que no ganan nunca son los burócratas, como se ve en los docentes o en la traición a las luchas de Mahle y Paraná Metal.
El balance que esa fracción hace de la lucha de Kraft apunta, como es obvio, al futuro del plan de lucha del Subte. En el Subte, las cosas hierven: ante cada provocación patronal y de la patota se producen paros casi semanales. La patronal y la burocracia están jugadas a no reconocer la organización gremial de la base ni el nuevo sindicato.
Defendemos la lucha de Kraft y llamamos a todos los movimientos independientes de la burocracia a unirse con un definido programa político-sindical.
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